viernes, 29 de diciembre de 2017

a propósito del fin de todos los tiempos

I

silencio era todo lo que conocía.

me levanté y vi mis manos
hundidas en pequeñísimos apéndices de ratas que murieron al nacer.

me conmuevo
aun a pesar de que las tripas son heladas y de que realmente no pertenezco acá.

mis dedos arden por cada uno de tus nombres
mientras la madera podrida no comunica el eco.

silencio es todo lo que conozco

el teléfono petrificado sobre mi oreja
 la línea cortada por falta de pago

y yo, refugiándome entre madera rota y húmeda 

dan fé de ello.

II

sentí el peligro donde moraban aquellos sin esperanza.

¿como hacer para no desmoronarme, entonces?

desperté bajo escombros
      chernobyl, la cuna de mi infancia.

zona de guerra: trincheras hechas de los pechos de los fusilados que no conocen el cese al fuego.

¿de qué me protegen? 

   si ya estoy quebrado, con el pecho entre las manos
   y un hueco donde debería estar el corazón

¿dónde está el lugar que nos prometieron en nuestra juventud?

maldigo haber nacido,
ay, si habré maldecido y habré por maldecir tanto, ¡tantas cosas!

maldigo los candelabros de los caídos
   las velas efímeras,
  
 mis manos llenas de kerosene,

mi intención y mi arrepentimiento.

maldigo mi cobardía

pero puesto de esta forma:

no hay tregua,
no hay tierra capaz de ahogarme

no hay hospitalidad alguna en los hogares del fin.

desperté bajo escombros
y sucedió lo mismo de siempre: no había nadie a mi lado.

III

inocencia interrumpida: la masturbación de los monaguillos.

los látigos de los eclesiásticos,

el crucifijo en penitencia, mirando hacia el rincón.

rodillas sobre arroz hirviendo,
bocas vírgenes desbordando vino manchado con sangre.

los demás ignoran el castigo a los impuros 
mirando al suelo 
  cargando con su cruz llena de clavos oxidados
             para ser merecedores de un paraíso.

escoliosis divina para la salvación eterna.

inocencia interrumpida,
destrozada,
fragmentada
y reprimida

diez ave maría para poder dormir bajo la cama

hasta el próximo domingo.

IV

5:28 AM: los ojos inyectados en sangre.

un derrame que desenfunda un sinfín de pequeñas cuerdas 
hechas de los intestinos de cerdos enfermos triturados sitemáticamente

alrededor de mi pupila.

una orquesta de violinistas famélicos tocan sobre mi techo

sobre mi pupila,
sobre mi abdómen

y tengo hambre.

indigestión: la música se detiene

acidez: otra vez ocultarse en la buhardilla hasta que se esconda el sol.

19:56 PM: ahora suplico, mientras me anestesio colocando mi cabeza en el inodoro y tirando la cadena.

ahora suplico por una sinfónica 
que me desgarre la garganta,

que me cercene lo que resta de mi abdómen

puesto mi colchón es de piedra,
mi cabeza pesa tanto como cargar con la falla que significas para tus padres

mi aliento es hambruna.

y mis ojos lloran sangre sobre mis manos inocentes
mientras escurren entre los escombros

los apéndices de aquellas que nacieron con el cordón umbilical entre sus cuellos

y ya no puedo.

reitero: ¿como hacer para no desmoronarme, ahora?

ah, chernobyl, cuna de mi infancia

horca pública,
ambientada por la orquesta más refinada de la región.

el aire podrido que nace de los huecos de mis ojos avivan el fuego de un arzobispado.

yo soy la salvación eterna,
la catedral de la desesperanza

la espalda que carga todas sus cruces, 
doblada ante el poder de la inmoralidad

hasta quedar boca abajo
para que me pisoteen, me escupan y se burlen, como siempre han hecho.

pero no moriré por sus pecados, puesto no lo he hecho ni con los míos.

¿como hacer para no desmoronarme, ahora?

V

fantasmagoría: pensar que jamás nos fuimos.

las huertas de lo indecible alzan los frutos de la insensatez
podridos, claro, como todos nosotros.

la desolación es inminente
los cadáveres de los perros salvajes son refugios sobrepoblados

y el desierto en mi pecho, un templo en ruinas.

¿dónde está el lugar que nos prometieron en nuestra juventud?

nos llama la urgencia que significa huir

solo para no recordar
que no estamos acá

a pesar de que querramos estarlo.