lunes, 23 de diciembre de 2019

la foto de navidad sacada con flash con mi rostro tapado por un brazo alcanzando una sidra caliente de una mesa de plástico desnivelada

nos despertó el viento a la madrugada,
   
hojas podridas que se acumulaban
y oficiaban de sepulcro para las arañas que bajaban de la luna

haciéndonos esconder bajo los sommieres en donde ya no cabíamos bien.

nuestras manos palparon la arquitectura

y detrás del hombre hecho de siluetas
la televisión tartamudeaba estática.

"chh, chh, chhh, tszzz, tszzz"
  gritaban centenas de gusanos blancos y negros 

como un llamado de atención
 para volver a casa para cenar.

perdidos entre la descomposición de la imagen y lo ininteligible del sonido quebrado,
    nos despertó el hombre apagando la televisión

hombre que ya no era silueta, sino sombra

y cuya voz nos hacía encoger hasta caber en uno de los bolsillos de su traje.

nos depositaba en la garganta cerca de nuestras habitaciones
y se volvía a hacer sombra
  mientras su voz seguía en el eco 

 (¿en el de la arquitectura o en el de la idea?)

el viento continuaba soplando,

 los escalones parecían inmensos ante los ojos de la probabilidad.

nos recriminamos nuestra falta de automatización de lo cotidiano.

nos dormimos.

nos despertamos por la puerta siendo golpeada en un ritmo sincopado.
   
 habíamos oído alguna vez de los mercachifles que vendían por la noche aquello que estaba prohibido ver durante el día.

por un instante volvimos a la vida aquello que habíamos asesinado de la memoria

    el estruendo que incendió las nubes
el cielo cayéndose a mil por hora sobre nuestra cuadra

el humo que se disfrazaba de niebla, los incendios de los jardines vecinos


y la fuga masiva de los perros asustados.

y las familias peregrinando por los barrios, tratando de hallar a la mascota que respondiera a su llamado

"ps, ps, ps", llamaban nuestros vecinos.

"tss, tss, acá acá", retrucábamos nosotros.

la humedad del azufre en el aire
 los autos acelerando para evitar controles
  el alcohol en sangre hirviendo las venas de quienes mañana despertarán vomitados

el vidrio roto de decenas de botellas, desparramando sangre por toda la calle

y la muerte

al final siempre la muerte.

 cenamos hoy alrededor de nuestro perro muerto por segundo año consecutivo
enterrado bajo los álamos

mientras los dioses juegan a las cartas
  y lo transmiten por pay per view (ahora en technicolor) en la previa del brindis de fin de año.


no atendimos al llamado de la puerta.

 aun quedan decenas de platos sucios sobre el piletón,
puedo oír a las moscas depositar larvas sobre la vajilla más cara

me revuelve el estómago un poco.

en la heladera ya está todo podrido

  las sobras frías (25)
  las sobras frías (26)
  las sobras frías (27)
  las sobras frías (28)

  las sobras frías (29)

  las sobras frías (30)

los cadáveres de arañas apilándose de nuevo en la puerta de casa,

    el cielo escurriendo las nubes
    sobre una mesa de plástico
    que sostienen

    platos servidos con mosquitas neonatas.

un corte de luz a las 00:00

 y un incendio en el patio del vecino.