no sé abrazar lo suficiente a la inspiración para crear un principio atrapante,
solamente sé dejar todo en infinitivo como listando las cosas que tienen que tener mi día perfecto (o mi día mas temido, no importa)
o como si hiciese una lista de supermercado en la que seguramente me voy a terminar olvidando cosas que no voy a comprar por varios meses venideros.
me gustaría que todo fuese más fácil, de alguna manera
algo así como ir a un museo
y mirar por dos horas el espacio vacío donde debería estar una obra maestra
con una guía turística auditiva que marca el ritmo del recorrido, completamente en silencio.
silencio que desconozco si es una ironía,
o la obra en sí.
me abrazo a condolencias de mármol
porque siento es el único lugar para hacerlo
al menos, con cierta belleza (concepto que bien recae en cada quien, los cánones no significan lo mismo para todo el mundo, etc, etc)
si vamos al caso, llorar sobre el frío de la mesada de la cocina, prácticamente es lo mismo.
ah, si.
hoy en exhibición: mi memoria replicada en conversaciones archivadas con contestadoras automáticas repitiendo
repitiendo
repitiendo
un mensaje con mi propia voz.
un catálogo de instrucciones de como hacer lo que sea via fax
módicos precios
pagos flexibles
un 0-800 disponible las 24 horas para sus dudas y consultas
repitiendo
repitiendo
repitiendo
un mensaje con mi propia voz.
no sé que quiero decirme a mi mismo,
no sé que quiero escuchar de mi mismo.
mi cama esta empapada de terrores nocturnos
y mis piernas se sienten como una estación de radio mal sintonizada
en la que se reproducen una colección de singles número uno de un mundo post-apocalíptico
donde todo el mundo, incluso yo
bailan al son de todo lo perdido (tanto en pretérito, como en el ahora, como en lo que desconocemos)
me rasco la piel como arando tierra seca
hay algunos bichos, pero la inhalación de insecticida me induce mareos no placenteros.
imagino una sopa sintética cocinándose
algo así como
inhalar químicos hirviendo.
no sé por qué,
pero siento que se prepararía a gran escala, como una olla popular.
el concepto de soluciones gourmet aun no crece en mí,
es de noche.
sé que es de noche porque tengo que cerrar la persiana para evitar que las polillas me roben este poema que estoy escribiendo ahora,
(soy desconfiado de su vuelo, muy errático)
hay un incendio en la cara externa de mi corazón.
hay un incendio en la cara externa de mi corazón.
hay un incendio en la cara externa de mi corazón.
hay un incendio en la cara externa de mi corazón.
-
hay un incendio en la cara externa de mi corazón
y empiezo a temer que eso llame su interés, sea ya para bailar alrededor del mismo, o simplemente apagarlo.
de como colapsó todo antes de siquiera escribir una palabra.
estoy recortando los poemas que más me gustaron de los libros que menos cuidé,
cosiendo cada palabra con cada espacio necesario,
cada punto(.) con cada fin de página
tratando de crear algo que haga sentir algo (lo que sea) a alguien (quien sea)
en cualquier lugar, en cualquier momento.
de mirar de frente a la resignación de volvernos tragedias
o seguir esquivando un camino sinuoso
bajo la luz de una luna que ha perdido el brillo que supo tener en la idea que tenía de ella.
ahora: un primerísimo primer plano a la desesperación.
un premio y una reflexión pasajera, superficial que no nos brinda nada
solo para abrir la próxima puerta,
y despertar exhausto,
viendo que aun es de noche
y que hay una dotación de bomberos queriéndome tirar la puerta abajo.
para preguntarme: ¿es esta una noche distinta de la última que recuerdo?
para ver al cielo y ver que la luna sigue en el mismo lugar donde la había visto (ahorrándome el problema de buscarla por haberla perdido)
y solo para abrir la próxima puerta,
y verme de cara a la nada
con los principios de mis pies, acariciando el aire más salvaje
a un paso de lo efímero,
a un paso de lo eterno.
(aunque ambas puedan significar la misma cosa)
las líneas telefónicas están saturadas como para poder decir algo.
la interferencia en las comunicaciones
se abraza a la ausencia de sentido común.
ahora solo queda saltar con los ojos cerrados, abrazando la catástrofe.