jueves, 26 de enero de 2023

la ilusión del desvanecimiento en favor del calor del olvido

eléctrica transparencia, imágenes finitas
instantes como piezas encajando entre sí para terminar de dar forma a este cielo.

es este el color del tormento, un ruego
alejado de todos los soles
en donde colisionan
las extensiones
del deseo.

es esa luz
la divinidad suspendida,
esas alas de carbono fijadas a rieles oxidados, sí.
sobre ellas viaja el rezo.

es deber de la piedad
criar rebaños de perdones descartables
y es mío el deber de llevarlos de un lado a otro
para que no se pierdan entre la noche,
asegurándome que la culpa permanezca vacante, al menos hasta mañana.

miércoles, 18 de enero de 2023

para cuando crea haberlo perdido todo

mi visión periférica advierte deterioro
entre la lentitud del movimiento. 

caricia dolida, todavía guarda dulzura.
me pregunto: ¿cuándo voy a recordar por primera vez este momento?

el afecto se está yendo todo el tiempo,
un poco más lejos cada día.

se esfuma, entonces, la intención de aprisionar instantes.
es inútil cuando el nombre del cariño y del dolor
son tan similares.

¿cuándo es que me confundo y llamo a uno en vez de al otro?

en criaderos de rostros huecos
intenté recrear las facciones tuyas.

los lienzos de plástico eran posibilidades
que los temblores entorpecían.

¿cómo volver a reconocer sin que sea a lo lejos?

no puedo volcar difuminados.

evocar voces que se confunden con los cantos
provenientes de un hangar de cuervos,
es lo mismo que tamizar el aire buscando el respiro adecuado.

quisiera poder,
a través del oficio del vértigo,
dinamitar mi propia cima y habitar una pradera de escombros
en donde cada noche, a través de los recuerdos incompletos,
el viento haga mímica de la misma caricia que creía haber olvidado.

inscripciones talladas en las ornamentas de dos ciervos enfrentados

jauría de ramas descansan su hocico petrificado
por donde oí hollín aproximarse.

ignoro la invención de la niebla,
solo necesito la piel desenvolviéndose en la intemperie
para saber que podría ofrecerle mis ojos y aun reducirla a un auxilio.

la sequedad porta nombres de a montón.

labio craqueló palabra
inmóvil, puso en pedestal
fábula de antaño.

cúmulo de brutalidad
abrazo feroz, sangre helada.

dolor compacto, imperceptible.

sílabas fantásticas nunca antes dichas
dotan de esperanza pechos diminutos.

sería agradable reposar hasta que el tiempo se convierta en otra cosa
o hasta que la tierra me cubra por completo
y jure jamás ser encontrado.

la extinción del deseo
significa la extensión del recado pendiente.

el deber es transferible,
perpetuarse ante cualquier costo.

martes, 10 de enero de 2023

lo que dijeron las figuras bajo el infiernillo

prefiero los escarabajos,
no las aves que hurtan el dulzor prematuro de frutos de un huerto de plástico.

desearía sea infrecuente el afloje del agarre de los picos
y la consecuente caída de flores -ahora secas- que dejé
atadas al picaporte para avisar que pasé a visitar.

existiría, al menos, una ilusión de coronación
para los cardenales recién nacidos.

prefiero lo áspero,
no así la suavidad del terror. 

las huellas se envuelven rápido en sí mismas,
apresurando perder el rastro.

dunas de sangre aminoran su marcha, pero no se detienen por completo.

la forma de tacto más aterradora es el deslizamiento.

si por la noche el fuego no canta,
el calor no es el mismo.

prefiero lo efímero,
no así los sonidos hondos que cada tanto tocan mi puerta a pesar de tanto tiempo.

desordenando frecuencias, fabriqué pilas de naufragios.

no es la luz la que llama,
sino que solamente se presenta.

prefiero imaginar las formas de aquellas cosas por venir,
no así enfrentarme al final de la vida útil de una mandíbula de madera.

una boca frágil
solo puede alimentar una hoguera por noche
y la fricción constante entre las sogas, hace muy difícil la permanencia.

¿podría trabar el mecanismo en una risa? aquel sentimiento breve y antiguo.

¿podría, también, despojarla de su nombre? 

porque sino, sería muy difícil olvidar aquello que jamás puede ser roto.