I
padezco el mal de estar presente
ante un desfile de choques múltiples,
preguntándome como pasar inadvertido
y repitiéndome: ¿con que culpa cargo yo a los leprosos, a los heridos?
si los muertos me han arqueado la columna
y no me han dado nada a cambio
más que privarme del cielo.
II
visto lágrimas de nylon negro
que compré
con la malversación de mis esperanzas.
arrastro el luto por toda mi casa,
a punto de embargarse,
mientras espero despierto que alguien arranque mi puerta de una patada.
no duermo
porque ya no hay nada que soñar.
III
un hueco se inunda
conmigo,
o sin mi
no hay diferencia,
jamás sedimentará lo que intenté edificar,
todo se derrumba.
IV
me hace reír
la vulgaridad que es pedir perdón
y la tragedia que es perdonar.
V
¿de que sirven sus condolencias, ahora?
nos, los hijos de la tragedia
nos hemos rendido
con nuestros labios cosidos a un suelo helado,
ante un infierno más grande que nuestro propio corazón
¿y dónde estaban sus plegarias entonces?
imploro que transpiren la sangre de los caídos
y lloren el ácido que ha marcado nuestra piel,
nosotros izaremos nuestras venas abiertas
a la magnificencia de la podredumbre
VI
asedio al infortunio: preguntarse por que jamás se pudo ser lo que se quiso de pequeño.
VII
nueva administración en tres actos:
no se les otorgarán rosas
a aquellos con las muñecas inmaculadas,
la soga que cuelga en el baño de la oficina
es de uso público,
un velorio por parte del personal
será requerido cada dos meses
por dos razones fundamentales:
- para avivar la moral
- y para recordarnos que somos efímeros y que la tierra en la que nos guardan, bien podría ser usada como urinal público.
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