martes, 27 de agosto de 2019

la grata tibieza del desastre

a campo abierto
 capón partido al medio 

 vacío el plato, 
  no queda más que sangre en la boca 

de quienes narran las historias antes de la siesta.

el viento marca los bpm en la pata más corta de la mesa
 mientras la puerta se cierra sola antes de que podamos cruzar teniendo ambas manos ocupadas,
   
  otra vez nos hemos quedado con la cerámica bajo las uñas.

rasguñando despavoridos retazos de belleza fugaz,
 desde el suelo distinguimos a las hormigas buscando cadáveres entre los laberintos de la maleza

 desde la tierra vemos las hojas desprenderse, vemos la ceniza dibujando una advertencia en el aire

la radio secuenciando estática que acolchone el pensamiento,
 el cuello, como albergue para quienes le temen a todo

  comprendemos que ya no nos importan las hormigas queriendo masticar nuestros labios.

ahora, la sombra de los árboles han hecho metástasis con el cielo

a campo abierto, 
 distinguimos el horizonte por sistemáticos incendios de hojas secas.

el olor nos dice que es casi medianoche, las estrellas no se animan a contradecirnos.

 el pasto mojado, el humo contaminando la cena que aun nadie ha hecho.

los pies se escuchan a fango,
  los pozos son imperceptibles y el peligro es inminente.

los murciélagos chasquean entre nubes, haciendo nido en las cabezas de aquellos más altos.

adentro, 
 luz fluorescente, un mantel cubierto de migas de panes caseros de antaño

una televisión vendiendo diversión vhs en módicas cuotas,

 el resto de la casa a oscuras,
el resto de la casa a oscuras

el resto de la casa a oscuras.

el alumbrado público aun no se ha prendido.
  los automóviles avanzan con cautela ante lo desconocido.

 nos adentramos donde el color del agua ya no sea el que recordamos.

no brindamos por el lenguaje a venir.

 contamos las baldosas y hacemos recorridos de góndolas entre las separaciones de las mismas.

la canilla está abierta,
 pero nadie quiere lavar los platos.

nadie ha levantado la mesa.

 el viento, otra vez, cierra la puerta

nadie recordó que la llave quedó del otro lado.

viernes, 2 de agosto de 2019

los últimos intentos de un ahogado por alcanzar el sol

jamás proyecté mi vida más allá de este punto.

por culpa de eso
ahora todo se siente un peso muerto.

siento que morir es solo cerrar los ojos, ¿que diferencia existe al dormir?

otro día que no duermo
otro día que duermo más de treinta horas

siempre siento el mismo patrón repitiéndose.

 la pared sigue estando blanca y eso me molesta.

por favor, crucemos en rojo todos juntos
así no vamos a tener miedo.


 la pared sigue estando blanca y eso me molesta.

 mis brazos dibujan una coordenada para encontrar algo que nadie quiere encontrar.

jamás desentierren lo que nunca pudieron aceptar como suyo.

cada vez me duele mas

escribir cada palabra
cada vez duele mas
 forzarme a sentir algo

cada vez la pared está mas blanca

 cada vez me molesta más.

me he hecho cómplice de la reiteración para no revelar mi falta de pensamiento

 soy culpable de ser la persona que soy ahora

y eso es lo más horrible



ya no hay sentido poético en lo que escribo

 ya no le encuentro un sentido a nada

  por favor,
 quienes oigan

 perdónense a ustedes mismos.



        la pared sigue estando blanca.
la pared sigue estando blanca,
la paraed
aosige estandi+ blanca
la porard siegue esterhando blancoa
e
er+e 
 et
 et






no sé si es una carta de despedida,
 últimamente no estoy seguro de nada, de nada, de nada.

no,
otra vez


otra vez lo mismo


otra vez hago lo mismo.



mis manos están rotas y la pared sigue estando blanca.

la humedad se esconde esperando el momento perfecto para atacar.





realmente no sé si hay algo más para decir.




y si lo hay, no estoy seguro de que valga la pena.