martes, 30 de noviembre de 2021

- - - corte por la línea punteada - - -

 I

vieras vos las diabluras de las larvas
adueñándose de la humedad
de los rincones

creciendo como corazones diminutos,
viscosos, las construcciones orgánicas
hijas de la reina

laten
irregulares
por
el temor a la sed,
o tal vez, por la pavorosa idea de caerse
entre el agrietamiento de los yermos

que va extendiéndose
casi llegando a mis tobillos.

II

ah! cierto!

la anécdota es tremenda, si!
quizás algún dia pueda contártela,

pero ando un poco corto de tiempo y la verdad que se me está haciendo de noche

si, si, ya sé
ya sé

ya casi es diciembre, la gente está más loca
andan todos rapidísimo!

fijate que todavía está en rojo, ese se mata
si,
si,
 se mata.

es fin de mes y estoy durmiendo cada vez más poco
¿o menos mucho? ¿por qué se acrecenta la carencia, pero no se estrecha la abundancia?

que te dije!

mira en las noticias! se la puso contra un poste de luz!
menos mal que no había nadie cerca.

III

ahora solo quiero anudarme entre pies que no son los míos,
pasar la mano por entre la funda de la almohada

y que no arda.

quiero optar por la ignorancia

el no poder distinguir
la apariencia

de lo delicado
del aire

o de la pesadez de un cuento para dormir de antaño.

el nido de los conejos

el contacto
rompe la tibieza.

abanicos
son las
herramientas

que empujan al mar
de nuevo al otro lado del mundo.

de los almanaques
nos quedan solo las manchas

el tacto ya se ha ido,
marchando
va.

vendrán
quienes habitaron
el país de la nieve.

el encuentro ablanda el corazón,

las manos acarician un rostro
que acaban de conocer.


martes, 16 de noviembre de 2021

el nacimiento de las perlas

 I

hay
un maniquí elegante
al otro lado de la sala

portando
un vestido blanco

que ya no está
tan blanco

y por la pérdida de color,
mas bien
parece un
vestido sepia,
amarillento
como colmillo
de fumador empedernido.

fumador
que guarda una aguja
entre los labios

junto al cigarrillo,

que usa
para remendar
el velo

de un vestido  blanco
que ya no está
tan blanco.

II

un dios anónimo
mueve la lengua
comandando legiones de fuego.

el cielo se ornamenta
de hollín
como en aquellos sueños corruptos,

mientras las huestes
avanzan

a campo abierto

escupiendo la tierra quemada
que es la ración
para los cabos
menores

por acatar aquel juramento vacío
por que el que van a morir
calcinados.

III

se esconden
madrigueras
bajo las aspas
de las bordeadoras.

nidos.
ahora nichos
que son bodegas
para las lombrices
que se alimentan del calor
del centro de la tierra.

los aspersores le regalan doce cañonazos de agua al cielo a modo de honor.

la sequía continúa 
revelando lo que enterramos hace años.

una remera que ya no me entra,
un dibujo cuya tinta fue devorada por la humedad

veinte figuritas repetidas de un álbum que nunca completé.

IV

la humedad
no entorpece
el oficio de las jaurías.

por entre matorrales avanzan
desmembrando mascotas anónimas empezando siempre por el cogote
mientras que sus dueños aun no se han percatado de su ausencia.

el momento que existe cuando la tristeza no se coincide con el hecho inmediatamente

se traduce en el dolor de lo que no se sabe,
en la aflicción de la imaginación del acto

y en
la humedad que
me obliga a ducharme con agua fría
y a cambiar mis sábanas por segunda vez en tres días.

mientras entre las rendijas de la ventana del baño

puedo escuchar perros ladrando bajo un cielo color índigo

mientras me preguntó quien habrá sido la víctima de hoy.

V

donde nunca llegué

está lejos.

por allá,
cruzando el río

lo que nunca encontré

se esconde
por entre los árboles.



miércoles, 10 de noviembre de 2021

la vida útil de los jardines plásticos

 I

las semillas secas

tierra boba,
incauta

bajo los huertos
desprolijos
no hay más
que 

enjambres de ratas
anudadas por la cola
queriendo escapar en múltiples direcciones,

pero que por falta de acuerdo 

terminan permaneciendo siempre en el mismo lugar.

II

recordatorio: lo que no debe ser nombrado continua al acecho

III

con
mis
manos
despedacé
el centro de mesa,

la cena
volvió brea líquida
a las cerámicas
de un suelo
abatido.

la panera
ahora se posa
sobre la cabeza de los niños
para las guerras de domingo por la tarde.

bajo la media sombra se está mejor que allá afuera.

IV

de la lluvia
a fuego lento. 

las gotitas de sangre chispotean sobre el bebedor de los gorriones
quienes ahora cubren sus picos con sus alas por el arrepentimiento
de no haber sabido ver que el cielo no era únicamente suyo.

V

de quién son aquellas manos que cortan los cielos

que se adentran en mi mirada como en el vientre de
la fauna recién cazada
por la necesidad.

de quién son estos dientes que despedazan la carne

porque
de sangre son los hilos
que enhebran
la sed 

que seca
la garganta que no puede seguir tragando

magullones
propios de la tracción
del ejercicio.

allá las penas,
acá las penas,

el sol sigue quemando por entre las nubes cercenadas.

VI

orfebres operan quirúrgicamente vajillas quebradas por la inercia
con restos de maquinaria obsoleta

entre los espacios de los platos,
las cadenas
y el óxido

formándose
en las esquinas bajo el mármol
entre los márgenes del piletón donde van apilándose
las ollas que van creando oleajes inestables

 mediados por la oscilación de un foco mal colocado.

VII

la oferta es trampa,
las caricias
veneno.

nadie nunca muere
donde se hallan
las tumbas.

de las ruinas
solo quedan
impresiones.

enséñenme algo que me asombre,
ahora
enséñenme las tradiciones que no se han perpetuado
y pongan

las ofrendas sobre la mesa

antes de que todo se termine.

VIII

salvapantallas analógico,

entrando la guarida
los dientes de piedra
rayan mi piel

dejando caminitos blancos
que guían escalofríos hacia el centro

donde yace aquello que apronta el terror.

ahora bien,

quienes se niegan
no se han dejado impresos

por ende han de terminar olvidados.

quienes se rehúsan a perder la fe
acaban con la vista alta hacia el sol
y el cuerpo fijado en la tierra.

no hay nada más que hacer que posarse bajo los jardines

y esperar algún día
poder obrar de sombra.

IX

inundan las sirenas
el mar
que es este pedazo de tierra
que se va encajando entre las huellas de las ruedas

de las patrullas

de;reconocimiento
que por el campo
tajeado por la horda/hambrienta,
me avisan
que
allá arriba

el dios sediento sigue buscándome.