lunes, 21 de febrero de 2022

¿quienes, sino nosotros?

 I

morisquetas
por el humo que enferma la garganta.

los ojos,
cada uno en la palma de mis manos
donde las líneas ya son indistinguibles.

el cuello vestido
con paños fríos
mientras
las maderas
caen para arroparme,

la ruina doméstica
íntegra y eficaz.

II

entre
la pérdida,
no hay mejor
que saberte aun al lado mío.

III

la hora cae sobre
un banquete de pétalos,

mientras
es el diablo
el único que danza.

las furias aplazan el malestar
por no poder ver
más allá de sus
lágrimas
de sangre.

IV

brazadas
son calambres,

al fondo
del piletón,
del arroyo o del mar

la superficie continúa siendo inalcanzable.

V

las voces abren puertas de a susurros,
los mosquiteros
arqueados por entre las esquinas

invitan a pasar al calor que anuncia el fin de la siesta.


viernes, 11 de febrero de 2022

demostración práctica de un fraude previamente advertido

fueras vos,
ramos de ruido
estallando
sobre
la acústica quebrada
por el aislamiento
primitivo.

la falla en la palabra,
el quiebre
cotiza su peso
en onzas,
mientras
el aire
se antepone ante tu diálogo.

son
las manos ensimismadas
por el nervio,
muerdo
carne
que son labios
que son míos

como estas costillas
huecas, que ya son
flautas

¿de quién es la melodía, sino es tuya?

¿quién se queda con el silencio cuando todo se acaba?

martes, 8 de febrero de 2022

las casas demolidas por el viento que anunció el cielo rosado

 I

no quiero irme entre
presentimientos de
cólera, como entre
la corriente solo
para
terminar
en la boca del mar
y no saber hacia que lado
queda el cielo.

II

con los dedos despedazo
la cáscara que es
piel lo cítrico
me hace
arder una herida
entre las encías
que duele
por primera
vez.

III

los dientes rechinan como las
botellas vacías al costado
de la ruta
por el viento
que trae la ceniza,
confeccionando
siluetas
que son enigmas

el acertijo
¿quién está
del otro lado?

IV

las sábanas
sobre hielo las grietas
en la tela
descubren el mismo colchón
donde todo el mundo
está durmiendo
al mismo tiempo.

V

la amenaza late
como el corazón que
abandoné hace días.

hoy los camiones
no recogen orgánicos,
pienso
¡si tan solo tuviese el corazón de plástico!

quizás
estaría siendo devorado por
una mandíbula metálica en este momento,

o quizás podría estar sobreviviendo
ahí, por un costadito entre dientes (o garras).
como carie podría ahuecar la maquinaria, se me ocurre
crecer del óxido
un color rojizo
como el que se le destiñó de fábrica.

y latir por las contorsiones
cardíacas e
hidráulicas del líquido que queda al fondo de las bolsas de residuos que no tiene
un nombre definido, aunque debería.

pero hoy no recogen orgánicos,
mi corazón no es de plástico
y en la mano tengo
un hueco
y en mi pecho
tengo apoyada la mano
que deja ver
hacia al otro lado de la calle.


viernes, 4 de febrero de 2022

lo que estaba escondido dentro de la cajita de costura que estaba en el segundo cajón


quisiera
el temor no presentarse
nunca más acá,
nunca más tener
o ser presa
del miedo
que es estar de espaldas
mientras algo (o) alguien
acecha.

quisiera diademas
es decir,
vestir cabezas
quizás
con la piel seca de los
cielorrasos,
para evitar la sedimentación
de mis vías respiratorias

o quizás
con las gotas que se escapan
de la boca de la pava
cuando hierve
y no me doy cuenta.

quisiera
que esa señora imaginaria
que tiene una casita modesta dentro de mi cabeza
parcela quince, a unas pocas cuadras del río, muy linda ubicación

quisiera que esa señora
que se entristece porque llueve
por lo que no puede salir a regar las plantas

y por lo que termina viendo el mismo punto en la pared hasta la hora de dormir

quisiera
se enterase
que ambos estamos viendo el mismo punto de la pared mientras el mundo se nos va lejos
solo que en lugares distintos.