martes, 8 de febrero de 2022

las casas demolidas por el viento que anunció el cielo rosado

 I

no quiero irme entre
presentimientos de
cólera, como entre
la corriente solo
para
terminar
en la boca del mar
y no saber hacia que lado
queda el cielo.

II

con los dedos despedazo
la cáscara que es
piel lo cítrico
me hace
arder una herida
entre las encías
que duele
por primera
vez.

III

los dientes rechinan como las
botellas vacías al costado
de la ruta
por el viento
que trae la ceniza,
confeccionando
siluetas
que son enigmas

el acertijo
¿quién está
del otro lado?

IV

las sábanas
sobre hielo las grietas
en la tela
descubren el mismo colchón
donde todo el mundo
está durmiendo
al mismo tiempo.

V

la amenaza late
como el corazón que
abandoné hace días.

hoy los camiones
no recogen orgánicos,
pienso
¡si tan solo tuviese el corazón de plástico!

quizás
estaría siendo devorado por
una mandíbula metálica en este momento,

o quizás podría estar sobreviviendo
ahí, por un costadito entre dientes (o garras).
como carie podría ahuecar la maquinaria, se me ocurre
crecer del óxido
un color rojizo
como el que se le destiñó de fábrica.

y latir por las contorsiones
cardíacas e
hidráulicas del líquido que queda al fondo de las bolsas de residuos que no tiene
un nombre definido, aunque debería.

pero hoy no recogen orgánicos,
mi corazón no es de plástico
y en la mano tengo
un hueco
y en mi pecho
tengo apoyada la mano
que deja ver
hacia al otro lado de la calle.


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