cargo con la promesa
de ajustar el presente a la ausencia
antes de que todo alrededor se evapore.
la intemperie arrastró lejos las ferias
en donde nos dieron nuestros nombres por primera vez.
a lo lejos,
entre restos,
una voz llama a otra que no contesta.
no quiero saber si somos invencibles
teniendo el desastre tan cerca.
ya no hay nada que camufle la hostilidad del viento,
los discos ya no tienen música,
la permanencia muda de a destellos,
las hogueras lloran por el cuerpo y el descarte.
los murmullos no acarician en la intimidad
porque en los labios se imprime un dolor cartográfico.
todos son otros, y ninguno es nuestro.
será que apenas sobre el agua
la sal no quema tanto.