la furia,
[como manifiesto del néctar espíritu]
será concebida en cada uno de los cuerpos finitos,
como una expresión fugaz entremedio de lo incierto que una pizca de realidad
consigo acarrea;
habrá de existir, entonces, dicha furia,
o solo existirá una rabia por lo ambiguo de la incertidumbre del sentir?
en todo caso, la furia, serena,
inunda una calma y solo con un decir la derrumba
y el silencio, casi extinto,
en mí ha de hallar refugio;
mi corazón súbitamente halla una pausa a su funcionamiento
y rápidamente retrocede para buscar su último latir,
y late;
enardecida la sangre, en aquel ímpetu por prevalecer
ante la desesperación de la agonía,
se bombeará a sí misma hasta atravesar mi piel;
mi vida se irá de mi;
la furia en un impulso
[precipitación]
tanteará en su energía, la eternidad;
[derrumbará la calma]
pero al ser un manifiesto del espíritu (parte del néctar del mismo)
fugaz, como él, habrá de sosegarse prontamente;
y luego,
calma de nuevo;
mi vida cual furia, será un grito en contra de la naturaleza
que pretenderá vivir su existencia en una armonía constante,
disonaré de ella,
y hallaré un clímax
que lentamente se irá apagando;
la furia (lo ambiguo) habrá de apaciguar a otra furia (yo),
[el silencio en mi, indicio de calma]
y seré luego de haber sido furia,
calma,
eterna calma,
eterna muerte;
No hay comentarios.:
Publicar un comentario