lunes, 21 de septiembre de 2015

Furia

la furia,

[como manifiesto del néctar espíritu] 

será concebida en cada uno de los cuerpos finitos,
como una expresión fugaz entremedio de lo incierto que una pizca de realidad 

consigo acarrea;

habrá de existir, entonces, dicha furia,

o solo existirá una rabia por lo ambiguo de la incertidumbre del sentir?

en todo caso, la furia, serena,
inunda una calma y solo con un decir la derrumba

y el silencio, casi extinto,

en mí ha de hallar refugio;

mi corazón súbitamente halla una pausa a su funcionamiento
y rápidamente retrocede para buscar su último latir,

y late;

enardecida la sangre, en aquel ímpetu por prevalecer
ante la desesperación de la agonía,

se bombeará a sí misma hasta atravesar mi piel;

mi vida se irá de mi;

la furia en un impulso 
                                                                       [precipitación]
tanteará en su energía, la eternidad;

[derrumbará la calma]

pero al ser un manifiesto del espíritu (parte del néctar del mismo)
fugaz, como él, habrá de sosegarse prontamente;

y luego,

calma de nuevo;

mi vida cual furia, será un grito en contra de la naturaleza
que pretenderá vivir su existencia en una armonía constante,

disonaré de ella,

y hallaré un clímax

que lentamente se irá apagando;

la furia (lo ambiguo) habrá de apaciguar a otra furia (yo),
[el silencio en mi, indicio de calma]

y seré luego de haber sido furia,

calma,

eterna calma,

eterna muerte;

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