¿a dónde ver, ahora?
ya no puedo culpar a nadie.
mi silueta, dibujada en el paredón de fusilamiento
espera esposada,
la consagración de la primavera.
II
¿como no regalarme ante la fabulación?
si es lo único que me queda,
lo único que me dejaron.
III
murciélagos albinos
desgarran, culposos, los vientres de las polillas infantes.
el vestido,
su seda intacta.
la noche
muere de a ratos.
IV
no sé reconocerme ya,
con las pezuñas maternales clavadas en el pescuezo.
el nido, ya es hueco
y el fuego ha revestido mis cimientos a nada.
¿por qué traerme aquí haría diferencia alguna?
si jamás tuve intención de venir.
V
miedo número uno: si no hago pie, ¿como me sostengo?
VI
realización número uno: no lo hago.
VII
latidos de óxido caen
uno
a
uno sobre mi pecho inacabado.
mi esternón, que llora malherido,
me hace dar cuenta
que la costilla ha huído de mi corazón
y me ha atravesado la palma de la mano.
del jardín del edén,
me expulsan
no por pecador,
sino por ser infértil.
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