I
la interrupción
de la velada
por la pulverización de las bases.
una grieta que va dejándose caer
hasta tocar el suelo.
la pared desnuda
descubre,
más allá,
la ira por venir.
II
¿quién va a tomar mi mano cuando me derrumbe?
III
vuelve a mi
un recuerdo que creí extinto.
vuelvo a estar en un océano viscoso e indomable
en medio de la noche mas oscura.
vuelvo a ser mordido por los dientes mas negros que alguna vez vi
y vuelvo a revolcarme de dolor dentro de un hocico desconocido.
IV
soy tan pequeño
que me repito:
"estoy acá"
"¿qué? ¿acaso no me ven?"
no hay nadie,
más que una brisa indiferente
que hace que los yuyos choquen entre sí,
reproduciendo el sonido de una cofradía de insectos diminutos
que intentan devorarme desde adentro.
V
vuelve a mi
una pregunta que no me había hecho en mucho tiempo.
¿dónde guardaron, quienes vinieron antes que yo, sus corazones?
hoy
solo puedo calentarme las manos
con pequeñas hogueras de pechos huecos
desparramados,
como en campo minado
en medio del invierno.
VI
luna de agosto,
el sol negro.
oigo la melodía
a lo lejos,
de aquel canto proveniente de las manos que solían arroparme
y que ahora, al oír, solo me produce rabia
por estar entremedio de un frío que niega cualquier tacto.
VII
la sangre es lenta
disminuyendo su flujo cada vez más
al caer la noche.
lo último que puedo hacer
es marcar un camino con ella
por el cual
sé que no quiero regresar.
VIII
¿cómo
navegar
a través del desastre
sin que nadie note la falta
de lo esencial?
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