I
la hiedra decapitada
es lluvia sobre manos
que esquivan
el contacto.
hasta la sequía,
en donde el terreno agrietado
se desploma ante nuestros ojos,
es sinónimo
de infierno.
II
las luces se abren como bocas inmensas
en el medio de la ruta.
entre destellos
se proyectan
las venas diminutas de la cara interna de mis ojos
como un mapa hidrográfico
donde se advierten los peligros
de mantener las luces altas por más tiempo del debido.
III
rehúso de confabular leyendas
que confeccionen el primer temor
es
decir,
no ser
el origen
de los agujeros
que socavan manos
con el fin de esconderse
de una noche que no termina nunca.
IV
urgente:
toda actualidad muerta
cubierta de huesos.
la atmósfera es grano en negativo,
ahí, donde es pesado el aire
que recorre el contorno
de los hombros
cargando
legiones
de pulmones de hierro
V
extraño
el paseo matutino de los jueves
en los dos metros cuadrados de césped
de la estación de servicio
al costado de la ruta.
extraño
la forma en la que todo era antes
y nada es ahora.
VI
la radio acelerada
es deidad en rubros metalúrgicos.
la ferocidad del dial
ablanda las miradas impenetrables
de quienes portan máscaras de soldar.
año nuevo
llueve sobre fiat uno,
mientras una familia come su vianda en un sucucho acá a la vuelta.
en dónde se posan sus miradas entretanto,
continúa siendo
un misterio
VII
los ríos verticales,
¿desembocarán en el cielo?
los extraños
velan por días
que ya han sido.
escupitajos
son mimos en la cabeza
de la reina de las ratas.
dentro de este ecosistema
tengo un rol,
tengo una virtud que es mía
y de nadie mas
y aún más importante
tengo un propósito,
debo tener un propósito.
solo que,
aún peor que no saber cual
es saber que ese tal está equivocado.
pero sé que soy algo
sé que soy alguien,
debo ser alguien.
solo que,
aún peor que no saber quién,
es saber que ese alguien está incompleto.
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