lunes, 27 de junio de 2022

donde merodean los cambiaformas

I

la invención del milagro
cauteriza la herida abierta de la duda,
a la vez que dota a la espontaneidad
de un carácter eterno.

II

no traduje la huida,
era lengua primaria
la arena entre los dientes.

sal era nieve
para la encía que descubría el sacrificio
por amor.

III

la procesión del júbilo
desemboca en una bodega de horrores.

una única puerta
nos protege de donde el ruido permanece encerrado.

IV

la devoción por el deber

remienda
apariencias
previamente fabricadas.

V

sumergida, una cabeza se duplica
uniéndose por los labios.

el horizonte es silencio,

pero
no por eso
arrojar piedras
es lo mismo que tomar la palabra.

VI

los destellos de luz
que vi al torcer mis ojos hacia adentro
arroparon al vértigo
de fuga.

reparar el movimiento
es la dependencia de la aerodinámica.

la precisión de los impactos
no es revelada
hasta que el aire se corte por completo.

VII

las costillas son hélices,
dependiendo de la posición del pecho
es que tomamos vuelo
o nos vamos en picada.

¿estás conmigo?

¿a dónde vamos?

jueves, 23 de junio de 2022

anotaciones de cuadernos obsoletos

 I

cráneo de plata,
protección de silicona.

un brazo mecánico, a lo lejos, acciona un gatillo.

las balas, también de plata,
perforan el cráneo y se convierten,
ahora,
en extensiones de hueso
que viajan a través del espacio, no por,
sino a pesar del impacto.

recolección de esquirlas.

sobre el metacarpo
descansa la violencia.

II

mi mano reproduce
un gesto técnico,
un saludo
incorporado, extraído
de una base de datos
que procesa
la compatibilidad posible
con otro usuario
para saber
que hablamos
el mismo
lenguaje.

III

el sueño está localizado
entre las falanges doradas
atravesando fibras capilares de cobre,
la electricidad
del contacto.

el calor, el impacto
y el vapor por sobrecarga
terminan por desarticular la red eléctrica,

entonces:
la baja tensión,
la oscuridad

y afuera el ruido de los autos que siguen surcando las calles.

miércoles, 22 de junio de 2022

entramado de una naturaleza siniestra

los paisajes son un catálogo de ausencias.

el viento
es enjambre de voces invisibles
empujando el aire,
denso.

aliento,
el calor
es verdadero acá.

afilo el abrazo con las uñas,
queriendo marcar el contorno
de las figuras silenciosas.

a saber:
el cartílago es hilo
cuando los huesos son ramas,
la piel es fuego descompuesto
cuando las hojas dejan de ser vestido.

era contemplación como narciso,
fue la invención de los espejos
la cascada,
el agua pintada de óxido

¿era mi cara o mi reflejo lo que estaba pintado de sangre?

los pájaros dibujan círculos en el cielo
intentando huir del grito de los animales
que vagan ebrios de esencias,
mientras arquean sus cuerpos
para lamentar el fallecimiento de sus recién nacidos. 

quisiera preguntarle a los árboles vacíos

si continúa al acecho aquel de los mil nombres.

los llamados de las voces,
buscándolo, provienen de los huecos

su florecimiento
decae en podredumbre
y en el medio existe, por un instante, esa fugacidad
que nadie puede terminar de nombrar, paradójicamente.

el velo
aun sigue
escondido entre la tierra.

un centenar de manos
continúan bloqueando la luz del sol.

mientras yo aun sigo buscando el lugar donde arrojaron las osamentas de las deidades caídas.


martes, 14 de junio de 2022

segunda chance, a la deriva

debería atravesar
curvaturas frenéticas, de nuevo 

debería tocarme la punta de mis pies,
verlas en llamas, para cerciorarme que estoy despierto.

debería perder la costumbre de no dejar huella,

¿debería permitirme el derrumbe de mi ambición?

esto es mío.

esto es mío,
y de nadie más,
pero la quemadura es contorno,

el porcelanato,
reducto de órgano
de gigante antiguo.

sabes,
el tacto no es arma, sino aroma 

el fuego blanco entibiece el cielorraso de las fauces
la campana se toca tres veces,
nos damos la paz.

¿a quién toca adorar hoy?

debería disecarme,
ver que llevo dentro

debería escribir mensajes, darme una razón por la cual seguir acá.

debería entender las medidas del lenguaje,

algo así como
crear un juego mecánico
resguardar mi pecho con un arnés,
e ignorar que la protección es inútil cuando el motor está helado.

podría preguntarte: ¿dónde ocultaste tu valentía?

solías protegerme de lo mítico,
narrarme las historias que crearon décadas,
cultivar aquellos campos de arroz que parecían alfombras, en sueños .

era tradición tuya:

la instrucción a los pescadores ancianos,
el hurto de los huevecillos de araña
y la confección de velas de seda que soportaran el diluvio.

¿podrías volver a decirme que es lo que está bien?

¿podrías maniobrar el deseo?

¿hacérmelo llegar, quizás?
o arrimarlo lo suficientemente cerca para que pueda tomarlo.

aunque siento que debería dejar que la única labor de las manos
sea la de aferrarse entre sí,
al menos por un tiempo.