miércoles, 22 de junio de 2022

entramado de una naturaleza siniestra

los paisajes son un catálogo de ausencias.

el viento
es enjambre de voces invisibles
empujando el aire,
denso.

aliento,
el calor
es verdadero acá.

afilo el abrazo con las uñas,
queriendo marcar el contorno
de las figuras silenciosas.

a saber:
el cartílago es hilo
cuando los huesos son ramas,
la piel es fuego descompuesto
cuando las hojas dejan de ser vestido.

era contemplación como narciso,
fue la invención de los espejos
la cascada,
el agua pintada de óxido

¿era mi cara o mi reflejo lo que estaba pintado de sangre?

los pájaros dibujan círculos en el cielo
intentando huir del grito de los animales
que vagan ebrios de esencias,
mientras arquean sus cuerpos
para lamentar el fallecimiento de sus recién nacidos. 

quisiera preguntarle a los árboles vacíos

si continúa al acecho aquel de los mil nombres.

los llamados de las voces,
buscándolo, provienen de los huecos

su florecimiento
decae en podredumbre
y en el medio existe, por un instante, esa fugacidad
que nadie puede terminar de nombrar, paradójicamente.

el velo
aun sigue
escondido entre la tierra.

un centenar de manos
continúan bloqueando la luz del sol.

mientras yo aun sigo buscando el lugar donde arrojaron las osamentas de las deidades caídas.


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