recordá el humo chocando contra los extraños,
la destrucción de los autores
y los débiles, que embellecían una tristeza definitiva
mientras, extrañamente callados,
claudicaban en reversa.
ahora
la advertencia vuelve
a ser pérdida,
el peligro se entibia
mientras avanzan los corresponsales
y la danza de los nombres
se refleja entre los mosaicos de azulejos negros
que recubren el teatro de la inconveniencia.
el dolor se regenera como canto caótico,
las moscas se pegan a la carne
las alas entorpecen su vuelo
por la sangre a temperatura ambiente
secándose,
fundiéndose
con aquel dejo de acciones azarosas
que no responden a ningún deseo más allá
que al de sobrevivir
hasta que el cuerpo lo pida.
cuando sea el momento
adornaremos la corteza de este árbol desde adentro
con una cruz que abrace las raíces,
con mis manos tocándose con tus manos
y nuestras miradas perdiéndose entre el movimiento de sábanas
bajo el agua.
¿dónde podría migrar tu silueta para volverla interminable?
vestir de helechos es tontería,
deseo del más simple.
desnudo
solo voy a pulverizar lo seco,
dañándome las manos de fragilidad punzante, para terminar soplando
hasta que todo se haya ido lejos de mi.
¿quién podría adivinar que terminaría así?
¿quién podría mostrarme algo real donde todo parece ser fingido?
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