jueves, 30 de noviembre de 2023

donde las moiras juegan a las escondidas

caen babas de seda
desde un techo infinito.

las manos de las acróbatas están callosas,
arden al contacto con la tersura de los dioses
que imprime ampollas que como bocas vivas vociferan hasta estallar de histeria,
lloviendo sobre las cabezas diminutas que no pueden hacer otra cosa
más que ver hacia arriba.

en esas manos rotas, ahuecadas
hurgan morosos infantes
tratando de reemplazar
momentáneamente el mañana
con el mármol estreñido,
y la quijada punzante de palabras
que esperan fundirse en la escollera próxima a la intemperie.

los asombros son relicarios,
anexos de un sentimiento ya extinto.

los afectos son amparos,
última defensa antes de la derrota.

hay brutos quienes elevan formas sin sombras a modo de plegaria.

¿cuál es el deseo que yace bajo las tempestades de cientos de miles de pechos?

¿acaso bajo todos ellos está lo mismo?

si arranco una parte de mi
y la extiendo a un cielo que no me responde.

¿podré volver a dónde alguna vez vi crecer las flores?

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