martes, 17 de diciembre de 2024

la migración de los desfiladeros

las microcaídas
las despedidas
la sangre maleable,
hematoma con forma de suerte // las imposibilidades
días calendarizados en el techo, fisuras que susurran: "amor, amor, amor". 
luego los olvidos, las lagunas, el contacto quebrado, los intentos
de disolver lo elástico de aquel momento y volverlo
el centro de la mesa que compartimos.

no hay cielo para un amarillo desprolijo, si no quema
no lo quiero,  la contorsión de la piel abrasada
oficia de hélice para espantar bichos.
la decoración son mudas
que caen al piso, en los huecos fue donde olvidé
la palabra que iba justo antes de la colisión,
no veas mis manos, no busques
entre los parches de mis sueños
sin antes saber
como tender puentes.

la colección de cantos de grillos que nacen cuando se lavan los platos
la canilla decapitada, el piletón tibio
enjambre, nado sincronizado
mis uñas son remos desprendiendo
el alimento del coral de nylon.

mis labios se formaron en balbuceos,
un cuchillo hace palanca entre las vértebras de carne,
los buscadores de tesoros y un collar de suavidad
para el ensayo del calor análogo.

la simulación de la fiebre me pide que le muestre un cuerpo.

la orilla fue la primera que conoció la maldad
de la mano del santuario donde reposaba la asfixia.

mi dedo recorrió
la circunvalación del dolor,
edificada después de la compresión bruta,
preguntándose todo el camino si se había pasado la salida correcta.

busco una semblanza describiendo lo inmóvil
para dar cuenta que yo también soy parte del presente.

los retornos disminuyen
hasta que la espera es la única que queda.

por suerte sé que hay un mundo que está viniendo.


viernes, 13 de diciembre de 2024

una canción de antorcha entrevista al silencio

el fuego rumiaba el aire, la demora se ataba a la torpeza
la llaga encarnada en el colmillo anunciaba que por el aprisco todo muere,
que las piedras por la noche aprietan para no alertar de que boca nació el viento.

puenteé las sogas que ataban una carcasa a un respiro para aplacar la vigilia,
desenvolví la piel, tallé la carne que recubría el hombro para encastrar la cruz,
tendí mi cansancio sobre ripio y fui testigo del nacimiento de un nuevo dolor.

apronté a burlarme de lo descompuesto, descuidando que antes todo fue cálido.
no sabía como edificar la paciencia, no supe mantener la amabilidad.

todas las historias comenzaron con dolor, ¿cuánto amor me queda sin desperdiciar?

usurpándole el lugar a la sombra, ensayé lances donde el aire era lienzo,
cultivando el recelo para cuando la ilusión asfixie el auxilio
y el suelo enlace aliento y hueso.

la madera empujando la antesala de mis manos descubrió la boca de hierro, devota del barro,
los labios dieron campanazos y de las tumbas rotas salieron nombres partidos.

los caracoles añoraron la ternura,
desprenderse de la dureza y volverse espuma atada a los tobillos del mundo.

la inercia se desvaneció en una declaración,
la guerra se trasladó por el oleaje del hilo de un arco frágil.

las suturas no encontraron la entrada a las heridas.

los rumores entorpecieron el mecanismo de la distracción.

una temporada de risas rotas,
contemplando aquello que se me sigue revelando inalcanzable.