viernes, 13 de diciembre de 2024

una canción de antorcha entrevista al silencio

el fuego rumiaba el aire, la demora se ataba a la torpeza
la llaga encarnada en el colmillo anunciaba que por el aprisco todo muere,
que las piedras por la noche aprietan para no alertar de que boca nació el viento.

puenteé las sogas que ataban una carcasa a un respiro para aplacar la vigilia,
desenvolví la piel, tallé la carne que recubría el hombro para encastrar la cruz,
tendí mi cansancio sobre ripio y fui testigo del nacimiento de un nuevo dolor.

apronté a burlarme de lo descompuesto, descuidando que antes todo fue cálido.
no sabía como edificar la paciencia, no supe mantener la amabilidad.

todas las historias comenzaron con dolor, ¿cuánto amor me queda sin desperdiciar?

usurpándole el lugar a la sombra, ensayé lances donde el aire era lienzo,
cultivando el recelo para cuando la ilusión asfixie el auxilio
y el suelo enlace aliento y hueso.

la madera empujando la antesala de mis manos descubrió la boca de hierro, devota del barro,
los labios dieron campanazos y de las tumbas rotas salieron nombres partidos.

los caracoles añoraron la ternura,
desprenderse de la dureza y volverse espuma atada a los tobillos del mundo.

la inercia se desvaneció en una declaración,
la guerra se trasladó por el oleaje del hilo de un arco frágil.

las suturas no encontraron la entrada a las heridas.

los rumores entorpecieron el mecanismo de la distracción.

una temporada de risas rotas,
contemplando aquello que se me sigue revelando inalcanzable.


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