flashes residuales recuerdan que la belleza está en todos lados. tengo que dar gracias por la memoria desmontable. las exhibiciones,
un corredor por el cual floto entre las voces.
hay faltantes en los retratos.
no recuerdo haber recolectado esos rostros incompletos, "¿cómo era tu nombre?"
escapo de cualquier noción contemplativa,
la inmediatez me empuja cuesta abajo por la superficie donde el deseo expira, pero el terror permanece.
¿hay algo más helado que el suspiro antes de la presencia?
quisiera evitar salir al exterior,
acurrucarme en las terminaciones de mis miradas
en las pequeñeces donde anidan las amenazas, los principios de las lágrimas
donde un cardumen de bolsas de nylon celebra el colapso de la vida doméstica,
flameando sus branquias talladas por el vidrio.
nunca supe afilar cuchillos. golpeé todas las puertas
para poder reparar el silencio. dejé marcas en el techo
el día que nació la mañana.
quisiera aprender a devastarlo todo.
instruirme en la dieta de las moscas
para ablandar la rigidez. desmontar los circuitos de las perlas
para olvidarme de la envidia del confort.
fue la curvatura la que descubrió la velocidad. nosotros solo estábamos de pasada.
recuerdo que me dije: "abrí los brazos,
deja caer las alas" y el viento seguía en el mismo lugar.
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