mi primer recuerdo
son mis orejas reposando en el principio del océano,
el dolor salado que se concentraba en la inscripción de la rompiente
y la primera muda de piel junto a la mala postura, por consecuencia.
en el fárrago del ruido supe encontrar amparo,
defoliando capas y capas de cemento de épocas de antaño hasta encontrar mi nombre.
por aquel entonces, mi voz todavía podía hacer anillos apenas más livianos que las fantasías,
mis sueños tenían el colágeno suficiente para flexionar mis rodillas
y asegurarme que no hubiese nada bajo la cama.
la rúbrica de la valentía seguía fresca y soportaba los apliques para los enfermos.
el juego era agitar los huesos sueltos e invitar a bailar a los insectos que hurgaban entre el algodón,
buscando cauterizar las heridas.
quería ser alto como un álamo,
quería todo el viento para mí,
rayar en mi corteza el sonido de las caricias
e irme a dormir con la entropía acurrucada en el pecho.
por mucho tiempo atesoré la contienda. repartí las armas, curé las manos
y lloré las pérdidas. forcé los olvidos
para desentenderme del dolor. hasta que abrí las puertas y todo lo que vi fue blanco.
ahora, las facciones huérfanas apenas si pueden componer un rostro.
el reflejo ya no es mío.
extraño
ver los caracoles moverse a través del patio
esquivando los corazones de los damascos. los picotazos de un cucharón
sobre el fondo de la olla para evitar la costra. la parra dibujando
sombras nuevas a cada hora e imaginar
donde podría encajar hoy.
la reciprocidad del terror por la tormenta,
el manguerazo del verano,
la lectura en silencio,
el abrigo de la lana
y las puntadas.
todo va descomponiéndose a mi alrededor
y no hay remiendo que pueda reemplazar algo que hace tanto perdí.
sé que llegará el día en el que agote el esfuerzo de querer anticiparme a un pasado que se mueve por delante mío
y descubra lo que ya sé: la rendición es dejarse caer
al borde de los fuegos
seré entonces, la asíntota del mundo,
con mis manos extendidas tratando de acariciar
todos los puntos de fuga que se vayan a enhebrar a través de mí.
cuando llegue ese momento, ¿vas a poder hablarme en el idioma que inventamos?
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