martes, 10 de junio de 2025

para cuando se derritan las órbitas

somos cómplices de adorar la mortalidad,
de encadenarnos al juego de creerlo todo eterno
y de llamar a la podredumbre por su nombre antes del vuelo de las moscas.

cuando nuestras manos se separen
los dioses serán otros.
ahí haré añicos las bondades recibidas
soplando promesas
vulnerables
mis brazos caerán por debajo de la línea de los hombros
y recordarán de la peor manera
la neutralidad del aire.

los miedos de bolsillo anexan territorio
los siento rodearme el pecho bajo el que pastan venados líquidos.
ese espacio entre la boca y las espinas, lo recuerdo,
era el borde de la disonancia.
los oídos dolían entonces como duelen ahora
"no más noches solitarias"
un beso cauteriza,
un beso cauteriza,
la mirada sin luces se abanica cada vez mas lento
levantando pliegues de piel blanda
pesada, viscosa,
pista de obstáculos o
pilares descompuestos,
no importa,
de todas formas
los facazos levantarán tormentas
para camuflarse cuando llegue el derrumbe.

la canción de las langostas nació de los sueños de los pescadores,
recuerdo infiltrarme en sus fantasías
para buscar mi rostro entre el entramado de las redes.

fabriqué mi salida sin saber que dejaba atrás.

ahora que no hay mas noches, no sé traspirar
si no es de plástico el cansancio.

no sé como volver a hundir mi piel,
no sé preguntar cómo te fue,
o que hiciste hoy,
o como medir la distancia que tiene tu nombre,
¿hasta donde puede llegar el deseo?


No hay comentarios.:

Publicar un comentario