mi piel
arde
de valles grises que nacen en ella.
¿carne viva
o
carne muerta?
-lo que fuera-
quemaduras de primer grado.
no hay ciénaga
mas verdadera que el vientre,
o que el reloj dando las 4:48,
cuando despierto
con mi pulmón lleno de hollín y mi lengua muerta.
-intoxicación por inhalación de monóxido de carbono-
mis párpados sombreados
con color violeta
duelen como nunca.
-hematoma-
débil, me quedo sordo reuniendo todo mi equilibrio,
para tomar un libro de la mesa
trato de atisbar algo entre mi dolor.
"una temporada en el infierno"
y siento, después de tanto
un rayo de esperanza
atravesando mi esternón
cual punzada retrayendo mi postura
de nuevo hacia el suelo,
para dormirme
sin apagar el caloventor.
yo
nunca tuve
más identidad
que la de ser un intruso en el borde de la noche.
mártir de lo inmenso,
pacté con un corte
mi silencio,
para hacer nacer mis labios.
supe escupir mi obediencia de aquellos,
volviendo barro mi propia sombra
con tan solo un grito.
anidé huidas
en un mismo rincón.
-sentido de pertenencia-
la rivera
aúlla su cauce por la noche
y es eso lo que me ata.
pero aún así
mi nombre en ella
no le pertenece a nadie,
ni a mi
siquiera.
¡ja!
ni a mi
que
nunca tuve
mas identidad
que la de no tener.
I
primera acusación:
¿a quién se señala en una habitación vacía?
arrastro mil culpas
de las cuales todas me corresponden
por jamás hacerme cargo.
II
preámbulo sobre ceguera.
los espantapájaros han sido vencidos,
las águilas se bañan en sangre
y migran.
III
acaso, si recordara
¿serviría de algo?
IV
no duele interpretar,
duelen las espinas de las rosas halagadoras
clavadas con rabia maldita
en la yugular,
con la flor misma en la carótida.
la sangre que tiñe el telón blanco,
haciéndolo caer sobre mi último velo de inocencia,
es lo que dicta
que la densidad es quien marca el fin del acto.
el aplauso de las ofelias
solamente desnuda de forma vulgar
un cuerpo que ya está deshecho.
V
y aún si recuerdo
¿de que sirve, ahora?
VI
"moleré mis huesos"
"no reprimiré
las ganas de marchitarme" - me decía de chico.
y hoy
que florezco,
lloro tanto.
VII
mi lengua deshidratada
nutre de arena al grito
que nunca nace.
VIII
¿quién nació al gesto?
véndenme las manos
para ocultar la vergüenza de mi afecto
a lo que
ya no me queda.
que efímera la piel.