nunca tuve
más identidad
que la de ser un intruso en el borde de la noche.
mártir de lo inmenso,
pacté con un corte
mi silencio,
para hacer nacer mis labios.
supe escupir mi obediencia de aquellos,
volviendo barro mi propia sombra
con tan solo un grito.
anidé huidas
en un mismo rincón.
-sentido de pertenencia-
la rivera
aúlla su cauce por la noche
y es eso lo que me ata.
pero aún así
mi nombre en ella
no le pertenece a nadie,
ni a mi
siquiera.
¡ja!
ni a mi
que
nunca tuve
mas identidad
que la de no tener.
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