I
primera acusación:
¿a quién se señala en una habitación vacía?
arrastro mil culpas
de las cuales todas me corresponden
por jamás hacerme cargo.
II
preámbulo sobre ceguera.
los espantapájaros han sido vencidos,
las águilas se bañan en sangre
y migran.
III
acaso, si recordara
¿serviría de algo?
IV
no duele interpretar,
duelen las espinas de las rosas halagadoras
clavadas con rabia maldita
en la yugular,
con la flor misma en la carótida.
la sangre que tiñe el telón blanco,
haciéndolo caer sobre mi último velo de inocencia,
es lo que dicta
que la densidad es quien marca el fin del acto.
el aplauso de las ofelias
solamente desnuda de forma vulgar
un cuerpo que ya está deshecho.
V
y aún si recuerdo
¿de que sirve, ahora?
VI
"moleré mis huesos"
"no reprimiré
las ganas de marchitarme" - me decía de chico.
y hoy
que florezco,
lloro tanto.
VII
mi lengua deshidratada
nutre de arena al grito
que nunca nace.
VIII
¿quién nació al gesto?
véndenme las manos
para ocultar la vergüenza de mi afecto
a lo que
ya no me queda.
que efímera la piel.
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