miércoles, 28 de diciembre de 2016

el corcho de la sidra de año nuevo me va a perforar la garganta

ya no reconozco,
solo tanteo

mis propios rincones, mientras me ahogo
en mi propio esófago.

soy las sobras de nochebuena y año nuevo,
ergo

soy el vómito
por el que quemo mi voz.

¿es acribillado quien aúlla?

pues entonces,
voy camino a mi fusilamiento

esposado por propia decisión.

¿quién gesta las entrañas mutiladas?
¿es la daga acaso un agregado de la anatomía primera?

mi estómago se funde ante la cuchilla
a mil grados centígrados,

me sedimento.

y ah,
me carcome un ansia irreprimible.

mis caricias son espasmos

y el desvanecerme en el suelo y convulsionar
es mi visión del amor contemporáneo.

me refugio en mis sábanas,
que aún agujereadas por cigarrillos baratos 
en fallidos intentos de inmolarme

me siguen cobijando del cielo,
mi techo venido abajo.

duermo abrazado a un pedazo de concreto
añorando que es la noche que 

nunca
pude tocar.

(añoro)

contorneo con mis índices
los números que no me pertenecen,

ya que los que son míos no valen nada.

ay, aquel decimal de carencia
a la fuerza, 

me viste de anonimato.

(añoro, aún)

no sé que tan profundo puedo ahondar
no sé que tierra es en la que hurgo

la propiedad privada no vale una mierda cuando se está
deteriorado.

¿irme?

la mecánica de la deserción se ha probado errónea
en su aplicación cuando su fin es

la permanencia,

por eso el resultado persiste: indiferencia

ante lo que fuiste
ante lo que sos
ante lo que podrías llegar a ser.

traducción (ó minúsculo diálogo conmigo mismo)

ay, mi lengua es tan vaga e insípida

"¡nada bien, no, no, nada bien!
¡ni un orgullo para tu familia!

¿que dirán los vecinos de vos?"

no sé (contesto desafiante)
no interesa el que dirán,

no interesa siquiera la elaboración de una ausencia

porque aun presente
¿quién me nota?

¿quién nos nota? (unísono)

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