yo dije
que llegaría
aún sin tener voz.
es en mi cuello anímico donde nazco
y donde rasguño
todo lo que no tengo.
es el vientre quien
cobija un corte
impreciso.
una daga oscila entre un cariño y un golpe en la identidad,
-el espejo roto-
y yo,
no deshecho,
sino resquebrajado.
estarse ahí
ahí, incompleto,
ahí, con quince ojos,
ahí, con el doceavo de mi articulación.
tres gestos distintos
que se refugian bajo mi sombra en degradé.
yo dije
que llegaría,
aún sin que me nazca la palabra,
pero yo
naciendo de ella.
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