martes, 14 de marzo de 2017

las maderas de pisos de hoteles baratos absorben la sangre como cocaina

peco de comensal en una cena de hambre

los platos sucios de sangre
albergan como migas los huesos astillados

que nutren al tabique enfermo
de quien 

llora cuando amanece.

¿en que ritual incendiarán su infancia de nuevo?

ahogándose con un cinturón
en un hotel gobernado por cucarachas

llora,

se remuerde,

se olvida
y recuerda

los días sin paredes,
sin el ruido del televisor de fondo

sin los soles de neón

y sin las costillas creciendo de costado
cual tumores arqueados

que lo encierran.

infranqueable yace bajo la pequeña cruz de madera
que adorna la habitación,

se cancela el movimiento.

un plato vacío
comienza a huir de la mesa,

una cucaracha patea la puerta intentando cobrar el día.

peco de testigo en un crimen sin víctima

la alfombra absorbe las venas
los ácaros se ahogan

ahora la alcoba queda desnuda
y desnudos cuelgan sus parpados;

no es premonición
ni realidad alternativa;

es el descaro del presente,

es ese plato vacío 
que ya ha huido de la mesa.

escrito entre un vaivén de ideas con Bruno

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