hábitat
desenmascarado
mis brazos son grietas de un desierto
¿quién viene a mí ahora?
mis ojos no,
ya no nos pertenecen.
preámbulo: quinientos cincuenta y tres picotazos
me lanzó el águila
para nacerme.
los ojos
con las cuencas mutiladas en sus dedos
(sus índices)
juran potestad a la belleza,
es
natural/eza/muerta
son
mis caderas podridas
dándole refugio a lombrices desahuciadas.
ay, la crudeza de la tierra infértil.
preludios
son
aludes (alusión)
anuncio de muerte, ergo,
advenimiento del cuervo.
invitación a la danza
en la cual el más humilde
cubre su rostro
con los rostros de aquellos a quienes amó,
desarma el fuego
de su voz cansada,
nos muestra su garganta calcinada
mientras tose
como perro enfermo.
los pechos se abrazan en un desfile
donde la piel se dilata
volviéndose una,
mientras los mensajeros temen el equivocarse
pregonando el fin del mundo.
arde mi estómago,
el vid
¡ay hijo maldito!
otra vez asesinándome.
el antiguo salón ha quedado reducido a cenizas
¿quién podría llegar a limpiar la rebelión
de docenas de almas?
la burguesía no distingue
el amor del castigo,
sadismo de la alta sociedad.
(mis brazos
cargan con tanta pena)
los camellos resguardan en sus jorobas
el sudor de los exilios
la saliva de las hienas hambrientas
y los corazones del despavor.
demasiado nada,
demasiado todo.
los muertos
se rehúsan a abandonar sus cárceles
era su arma, desde luego
la ofrenda,
una última cena: calibre cuarenta y cinco.
el cielo cae desangrado
con
su último rayo
que me besa la espalda,
las águilas ancianas
despiertan
para herir al próximo profeta.
martes, 25 de abril de 2017
domingo, 16 de abril de 2017
soy el director de una orquesta de cigarras lamentándose
el canto
ya no respira,
sino es un jadeo que asfixia
lo que habito.
¿qué inspira a tantas ausencias a hacerse presentes
después de tanto?
tanta es la determinación de huir,
más aún
la de arrepentirse.
entonces, un nombre arrebatado,
errante
calla en el silencio de lagunas cobijadas en cráteres
donde muero de frío.
soliloquio:
¿cuanto mas ha de replicarse el eco de mi lamento?
¿cuanto mas ha de quemarme el sol de noche?
¿cuanto más peregrinaremos hasta que la luz nos lleve?
el limbo es intermitencia
y el neón destila falta de interés,
las puertas cambian de lugar
ningún umbral es siempre el mismo.
el mármol
permanece,
agrietado por mi cuerpo.
soy la quietud escénica,
la violencia de la reiteración por la furia,
el peso muerto
que desmiembra al escenario
y enseña la herida que protagonizo.
luego, pues
lluévanme rosas,
redenciones,
palabras hermosas
espinas que corten, desangren/desgarren mi carne
deshagan mis ojos
lluévanme rosas,
ilusiones
palabras dolorosas
sonidos que revienten mis tímpanos
un abrazo que no exista
un recuerdo efímero
un sol que nazca
y que no me haga morir de frío
y entonces digo, lluévanme rosas,
perdones
palabras hirientes de asco
una orquesta que cante mi nombre,
y un hogar, donde todo siga doliendo
pero no tanto.
ya no respira,
sino es un jadeo que asfixia
lo que habito.
¿qué inspira a tantas ausencias a hacerse presentes
después de tanto?
tanta es la determinación de huir,
más aún
la de arrepentirse.
entonces, un nombre arrebatado,
errante
calla en el silencio de lagunas cobijadas en cráteres
donde muero de frío.
soliloquio:
¿cuanto mas ha de replicarse el eco de mi lamento?
¿cuanto mas ha de quemarme el sol de noche?
¿cuanto más peregrinaremos hasta que la luz nos lleve?
el limbo es intermitencia
y el neón destila falta de interés,
las puertas cambian de lugar
ningún umbral es siempre el mismo.
el mármol
permanece,
agrietado por mi cuerpo.
soy la quietud escénica,
la violencia de la reiteración por la furia,
el peso muerto
que desmiembra al escenario
y enseña la herida que protagonizo.
luego, pues
lluévanme rosas,
redenciones,
palabras hermosas
espinas que corten, desangren/desgarren mi carne
deshagan mis ojos
lluévanme rosas,
ilusiones
palabras dolorosas
sonidos que revienten mis tímpanos
un abrazo que no exista
un recuerdo efímero
un sol que nazca
y que no me haga morir de frío
y entonces digo, lluévanme rosas,
perdones
palabras hirientes de asco
una orquesta que cante mi nombre,
y un hogar, donde todo siga doliendo
pero no tanto.
domingo, 9 de abril de 2017
otra vez me volví a doler yo mismo
I
¿quien se adueña de aquellos quienes no tienen rostro
si no es el dolor?
II
los escalofríos
se esparcen como cucarachas.
el terror se comunica en los desagües
III
reiterativo
es inundarse el cuerpo de amargura
pero jamás ahogarse,
ni salir
a flote.
IV
remordimiento
son mis labios pulverizados
V
es en el corazón donde mueren las estrellas,
donde las arterias
bombean desencanto.
VI
veré
a través de mis manos
por la vergüenza que es mostrarme.
VII
un alud amenazando a un hueco.
la crueldad
de todos los inviernos
se traduce en la pena que es perder un hogar.
VIII
no hay distinción
entre quien devora su memoria
y quien se muere de hambre.
IX
todo ha sucedido
antes de mí
todo sucederá después de mi
es en este punto medio que soy yo,
que lo único que existe
es vacío
X
¿a quién tendría que esperar yo
para poder olvidarme de mi propia ausencia?
¿quien se adueña de aquellos quienes no tienen rostro
si no es el dolor?
II
los escalofríos
se esparcen como cucarachas.
el terror se comunica en los desagües
III
reiterativo
es inundarse el cuerpo de amargura
pero jamás ahogarse,
ni salir
a flote.
IV
remordimiento
son mis labios pulverizados
V
es en el corazón donde mueren las estrellas,
donde las arterias
bombean desencanto.
VI
veré
a través de mis manos
por la vergüenza que es mostrarme.
VII
un alud amenazando a un hueco.
la crueldad
de todos los inviernos
se traduce en la pena que es perder un hogar.
VIII
no hay distinción
entre quien devora su memoria
y quien se muere de hambre.
IX
todo ha sucedido
antes de mí
todo sucederá después de mi
es en este punto medio que soy yo,
que lo único que existe
es vacío
X
¿a quién tendría que esperar yo
para poder olvidarme de mi propia ausencia?
lunes, 3 de abril de 2017
no era mi intención
desplegaría cariño
abrazando mi peso muerto
abrazando el barro que me viste
como hoy,
que abrazo tanto a la pérdida
que termino por asfixiarla.
carezco hasta de la mismísima carencia (teatralidad, claro)
y me rio (miedo, probablemente)
hasta trizar mis labios de angustia
y de frío.
poco me importa donde se hunden o se elevan mis pies ahora,
pues, jactarme de mi procedencia,
es ver más allá de donde hoy me sostengo
es, entonces:
un vientre maldito
inmaculado
que deleitaría a cualquier soñador poco prudente.
es, entonces:
cordones umbilicales colgando de techos tapizados de ratas.
bebes hamacándose con sus cuellos
me hacen pensar
que mi infancia está tan cerca.
revólver vomita muerte,
rehenes cegados de asco
ríen por lo bajo
no quieren verse a los ojos,
no quieren verme a los ojos
no quieren verme a los ojos
no quieren verme a los ojos.
¿y yo que puedo decir?
¿quien querría?
el piso es quien recibe fragmento por fragmento
una suerte de reconstrucción de sus mandíbulas
yo solo las cuento:
maxilar
molar
colmillo
muela
muela
muela
ah si, y sangre, mucha.
pregono caravanas de jaurías rojas de animales
sin mas armas que una lengua bien afilada,
la piel se pone pálida
mientras un ojo rueda lejos de mis pies mutilados
y se va
por debajo de la puerta.
¿será que me arranqué la mirada?
aquella con la que dejé a la tierra
convertida en fango
mientras me cosían dolores en las comisuras
de todo extremo mío
¿quien quisiera ver después de tanta furia?
tanto asco,
tantos cañones abrazando una lengua que les coquetea
e incita a la mano
inocente como ella sola
a tocar el cielo.
el piso, amable cuanto menos,
recibirá la boca venida en ruina
fragmento
por fragmento
perdigón
por perdigón
¿y que podría llegar a decir, ahora?
si pudiese articular algo
pediría tanto
perdón
clemencia
y aún asi no me redimiría de nada en lo absoluto.
por favor,
no me arrojen al cielo
hace frío y estaría tan solo
no me arrojen al cielo
véanme a los ojos y descubran que tengo nombre
una voz que jamás alzo
véanme abrazarme
véanme abrazarme
véanme llorar
y abracenme
abracenme, abracenme, abracenme
manos azuladas cayendo por mi mejilla
es lo más cercano que podría llegar a estar del amor maternal
-pienso que mi infancia está muy cerca-
pero no tengo edad
que me respalde
puesto no hay rumbo alguno.
o tal vez no lo haya encontrado
aun.
entonces, por favor,
no mates lo que
dejé de mi.
quizás sea útil alguna vez.
abrazando mi peso muerto
abrazando el barro que me viste
como hoy,
que abrazo tanto a la pérdida
que termino por asfixiarla.
carezco hasta de la mismísima carencia (teatralidad, claro)
y me rio (miedo, probablemente)
hasta trizar mis labios de angustia
y de frío.
poco me importa donde se hunden o se elevan mis pies ahora,
pues, jactarme de mi procedencia,
es ver más allá de donde hoy me sostengo
es, entonces:
un vientre maldito
inmaculado
que deleitaría a cualquier soñador poco prudente.
es, entonces:
cordones umbilicales colgando de techos tapizados de ratas.
bebes hamacándose con sus cuellos
me hacen pensar
que mi infancia está tan cerca.
revólver vomita muerte,
rehenes cegados de asco
ríen por lo bajo
no quieren verse a los ojos,
no quieren verme a los ojos
no quieren verme a los ojos
no quieren verme a los ojos.
¿y yo que puedo decir?
¿quien querría?
el piso es quien recibe fragmento por fragmento
una suerte de reconstrucción de sus mandíbulas
yo solo las cuento:
maxilar
molar
colmillo
muela
muela
muela
ah si, y sangre, mucha.
pregono caravanas de jaurías rojas de animales
sin mas armas que una lengua bien afilada,
la piel se pone pálida
mientras un ojo rueda lejos de mis pies mutilados
y se va
por debajo de la puerta.
¿será que me arranqué la mirada?
aquella con la que dejé a la tierra
convertida en fango
mientras me cosían dolores en las comisuras
de todo extremo mío
¿quien quisiera ver después de tanta furia?
tanto asco,
tantos cañones abrazando una lengua que les coquetea
e incita a la mano
inocente como ella sola
a tocar el cielo.
el piso, amable cuanto menos,
recibirá la boca venida en ruina
fragmento
por fragmento
perdigón
por perdigón
¿y que podría llegar a decir, ahora?
si pudiese articular algo
pediría tanto
perdón
clemencia
y aún asi no me redimiría de nada en lo absoluto.
por favor,
no me arrojen al cielo
hace frío y estaría tan solo
no me arrojen al cielo
véanme a los ojos y descubran que tengo nombre
una voz que jamás alzo
véanme abrazarme
véanme abrazarme
véanme llorar
y abracenme
abracenme, abracenme, abracenme
manos azuladas cayendo por mi mejilla
es lo más cercano que podría llegar a estar del amor maternal
-pienso que mi infancia está muy cerca-
pero no tengo edad
que me respalde
puesto no hay rumbo alguno.
o tal vez no lo haya encontrado
aun.
entonces, por favor,
no mates lo que
dejé de mi.
quizás sea útil alguna vez.
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