lunes, 21 de agosto de 2017

las guaridas de lo infame

I

éramos
una misma soga atada,

una misma estaca
perforando 

las bocas 
rebalasantes de kerosene

de los hijos de la plaga.

hoguera nupcial

y vouyerismo del medioevo.

II

retrato de un hogar enfermo

piso podrido,
hueco.

recámaras gritando, gimiendo,

que niegan
la dolencia de un hijo

que llora.

III

no distingo 
entre

dolor
y tierra.

la furia de la que nacemos,
el rencor de la nostalgia,

los hogares de la tristeza

que habito

cuando no me queda más nada.

IV

¿para qué hablar?

nos, los débiles

ignoramos
el asesinato del cielo repitiéndose

en nuestra memoria.

¿para qué hablar, entonces?

no sale más que miedo de nuestras gargantas.

jamás debimos
haber visto caer la noche.

V

lista de recomendaciones ante un suceso cuasi-fatídico:

número uno: jamás ser cómplice

ejemplificación.

digo, entonces

si alguien me tiene arrodillado, apuntándome a la nuca
me doy vuelta

abro mi boca

y me asfixio con el caño de un calibre 22

una vez ya desmayado,
presiono el gatillo.

número dos: en caso de hemorragia interna:

     paso uno: tomar un trozo de tela vieja
     paso dos: anudarla en el torso lo más fuerte posible
     paso tres: vomitar el exceso de sangre cada cuarenta y tres segundos

     paso cuatro: de ser muy grave, consultar con un especialista

     paso cinco: pensar un epitafio ocurrente.

número tres: abandonar toda figura de adoración de carácter religioso

número cuatro: afrontar el hecho de que quizás no seas eterno

número cinco: irse sin decir nada

VI

número seis: irse sin decir nada

y jamás volver.

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