I
éramos
una misma soga atada,
una misma estaca
perforando
las bocas
rebalasantes de kerosene
de los hijos de la plaga.
hoguera nupcial
y vouyerismo del medioevo.
II
retrato de un hogar enfermo
piso podrido,
hueco.
recámaras gritando, gimiendo,
que niegan
la dolencia de un hijo
que llora.
III
no distingo
entre
dolor
y tierra.
la furia de la que nacemos,
el rencor de la nostalgia,
los hogares de la tristeza
que habito
cuando no me queda más nada.
IV
¿para qué hablar?
nos, los débiles
ignoramos
el asesinato del cielo repitiéndose
en nuestra memoria.
¿para qué hablar, entonces?
no sale más que miedo de nuestras gargantas.
jamás debimos
haber visto caer la noche.
V
lista de recomendaciones ante un suceso cuasi-fatídico:
número uno: jamás ser cómplice
ejemplificación.
digo, entonces
si alguien me tiene arrodillado, apuntándome a la nuca
me doy vuelta
abro mi boca
y me asfixio con el caño de un calibre 22
una vez ya desmayado,
presiono el gatillo.
número dos: en caso de hemorragia interna:
paso uno: tomar un trozo de tela vieja
paso dos: anudarla en el torso lo más fuerte posible
paso tres: vomitar el exceso de sangre cada cuarenta y tres segundos
paso cuatro: de ser muy grave, consultar con un especialista
paso cinco: pensar un epitafio ocurrente.
número tres: abandonar toda figura de adoración de carácter religioso
número cuatro: afrontar el hecho de que quizás no seas eterno
número cinco: irse sin decir nada
VI
número seis: irse sin decir nada
y jamás volver.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario