mis brazos
guardan registro de toda persona
que alguna vez me puso la mano encima,
que alguna vez me asfixió
hasta dejarme caer inconsciente en un horno industrial
a mil setecientos treinta y dos grados centigrados,
dejándome cocinar treinta minutos (por cada lado)
para luego emerger del
tercer subsuelo
de un orfanato incendiándose; ay, el síndrome del huerfano.
sé que no debo perdonar ni una sola ofensa
sé que no debo perdonar,
pero aun lo hago.
sé que debo perdonarme,
pero aún no lo logro.
en un cónclave de miedos
los cardenales de mis pesadillas dictarán el surgimiento de un nuevo lider supremo
¿serán cientos de arañas en túnicas ceremoniales anidando en mi ombligo?
vomitadas por mi abdómen cercenado por
cuchillas desgastadas,
las guadañas de los peones que mis ancestros torturaron hasta su muerte,
la venganza que me juraron los espíritus.
¿serán acaso, veintidos pisos de luces encendidas?
de habitaciones vacías
donde radios antiguas reproducen y propagan al vacío el código morse
de mi certificado de defunción
".- --.- ..- .. / -. --- / -.-- .- -.-. . / -. .- -.. .. . .-.-."
pero nadie lo oye.
¿seré yo, quemándome la piel con cigarrillos hasta que no quede rastro/rostro alguno?
sin más para ofrendar que dos huecos negros
servidos en bandeja de plata corroida
como figuras ornamentales en un banquete del más ostentoso de los reyes
¿soy acaso,
el bufón de mi propia corte de abdicación?
sé que no debo perdonar
ni una sola ofensa,
sé que debo perdonarme,
como sé también que debo mudarme de los andenes del tren
por reiterados aviso de desalojo.
otra vez me veo decorando un baño público como mi monoambiente,
pero éste está sobre tierra, sin cimientos que me produzcan desconfianza
sin posibilidad de derrumbe.
es decir,
no ostenta urbanismo alguno,
solo la cerámica fría de los urinales que son mi almohada y mis platos de comida
y la orina caliente sobre mis ojos secos
que los humecta,
aunque no de una forma muy considerada.
sé que debo perdonarme,
y sé que no debo perdonar ni una sola ofensa,
pero de todas formas
doy las gracias
por no tener murciélagos mordiéndome los tendones
doy las gracias porque dios no es una computadora que a todas mis plegarias responde:
"01101110 01101111"
doy las gracias por no haber caido a ningún horno hoy.
doy las gracias por que mi cabeza solo despide humo negro
(lo que significa que no hay elección aun)
doy gracias porque de mi abdómen hoy no salieron arañas.
doy gracias por esos dos tipos enormes
que me fragmentaron la mandíbula en al menos una trilogía de pequeñísimos huesos
y llenaron los huecos de mis ojos con escupitajos de castigo.
veinticinco latigazos en la espalda hechos con un cinturon de cuero.
y doy gracias por ellos,
que me alejaron de los baños.
doy gracias
por haber vuelto a dormir en los andenes
y que una de las formaciones mas pesadas
me haya arrancado los brazos.
la desobediencia de una orden judicial conlleva a una sentencia dictada en base a una jurisprudencia del tribunal de turno.
lo que, en términos básicos, conlleva a un arresto
pero con mis muñecas arrebatadas de mis brazos, que arrebatados de mis hombros
que arrebatados de mi cabeza
que está cayendo por la horca en este mismo momento
¿que? ¿acaso me arrestarían por mis piernas?
doy las gracias por los vacíos legales
y por no llevar mas registro
de aquellos que me han puesto la mano encima
y me han asfixiado
y me han dejado caer.
y doy gracias por mi cuello que está rompiendo sus vértebras y obstruyendo sus vasos sanguíneos/arterias/venascerradasyabiertas
y doy las gracias por estar presenciándolo todo,
sintiéndolo todo
hasta quedarme sin aliento.
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