lunes, 31 de julio de 2017

la crueldad de la indolencia


¿que habrá bajo la cama?

intento dormir mirando la pared
procurando que nadie me respire en el cuello.

hematomas negros como hongos de humedad.

cada una de mis costillas derechas sobresaliendo de mi abdomen
es mi representación de la última cena

y yo soy cristo 

y da vinci al mismo tiempo.

hay
una caja
en forma de maniquí

incendiándose en el medio del depósito que aloja los peores sueños que tuve jamás.

las salidas de emergencias están protegidas por insectos sin rostro,
de los cuales me pregunto cual me cortará la cabeza primero,

opto por la cobardía.

primera instancia: dióxido de carbono
diagnóstico: síndrome de descompresión

soy la caja
soy el maniquí, quemándome

cayendo,

ergo,

segunda instancia: monóxido de carbono,
diagnóstico: edema pulmonar.

recomendación: extremaunción o auto-compadecerse.

mi torso irreconocible,
plagado de la ceniza de mis fallas,

mi rostro famélico deshaciéndose por completo

diciendo por última vez que lo intentó tanto,
pero jamás pudo.

el plástico incendiado 
borra la advertencia de fragilidad con la que nací.

ya puedo morir sin que le importe a nadie.

-anexo-

mis huesos limados uno por uno
son testigos de la angustia.

no grito, porque se me fueron desafinadas las cuerdas vocales por debajo de lo audible.

pero entonces si, grito
pues ya no me queda nada

y hago estallar las únicas vértebras intactas que me quedaban.

de mi garganta nace una ciénaga negra,

agua estancada, podrida
donde mis restos flotan por la sal de sus primeros lamentos

mientras una multitud me riega a escupitajos
y provoca el segundo diluvio

y yo soy noé

y el arca al mismo tiempo.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario