miércoles, 20 de septiembre de 2017

métodos varios para eludir, escapar y confesarse

día I

-identikit-

los ojos de conchas de ratas vírgenes,
bolsas de consorcio acumuladas en planta baja

nueve pisos en disputa,
un ascensor que es acantilado hacia un mar de cerámicos mal puestos

no hay quórum que me dejé dormir en paz.

los brazos de mimbre viejo atado con alambre corroído,
arterias altamente inflamables

nervios muertos,
la imposibilidad de refugiarse el pecho ante la inminencia del fusilamiento.

los labios de alta costura,

larvas apretujadas entre las cuencas de donde solían estar mis muelas

anidan
cumpliendo el verdadero sueño americano.

mi garganta es premio consuelo de un perro guardian al borde de la muerte,

las palabras se me escapan por rincones de la estancia
mal cercados.

ambas partes, víctima y testigos
son partícipes de la rueda de reconocimiento

nota personal: todos se parecen a mi.

día II

hay un ventilador de techo
girando a cero coma (,) veinticinco revoluciones por minuto.

se anunciaron treinta y seis grados centígrados cuando salí de mi casa

en el transporte público una mujer murió de combustión espontánea,

miré mi reloj y estaba ardiendo.

siempre hice mal en depositar mi fé en alguien,
                                               hacen treinta y seis grados coma cinco.

el cuello de mi camisa me roba todo el oxígeno amenazándome con dos plásticos bien afilados
posicionados sobre la yugular y la carótida, precisamente,

pero no puedo permitir mostrar la vergüenza que es ser hijo de adán, pienso.

mi pulmón cabe ahora en la palma de mi mano.

la piel se me pega a una silla de jardín,

falla total de órganos públicos.

entro a la corte con restos de lo que se ha vuelto a convertir en petróleo
-dramatización I: entro en llamas-

oigo recitar
un mismo cuento de memoria,

veo la misma cara de perro lamentándose sobre un juez 
que sobre la falda lleva un revólver que lo apunta a su rostro

o a jesucristo, sobre su cabeza.

veo a un juez que tiene miedo de ambas formas.

siento lágrimas que me caen sobre mi deshidratación,

oigo una familia perdiendo lo que supo, de alguna forma, que iba a perder.

no duele el hecho,
duele la manera.

no veo nada
-dramatización II: una de las lágrimas o una de las gotas de sudor o quiérase, un híbrido, cayo sobre el tomacorriente. 220v que pedecieron ante el sistema judicial.
hay vecino en el barrio aledaño haciendo barricadas con las cajas de fuegos artificiales para las fiestas.

hay un incendio en el barrio aledaño y decenas de heridos,

pero unos colores hermosos en el cielo-

se levanta la sesión.

día III

recreación de un taller de teatro inexperto y de último minuto de doce hombres en pugna.

hoy pronosticaron cuarenta grados.

ya hay tres cadáveres en la sala,
     (pienso que no serán los últimos)

los paramédicos son inocentes,
las bolsas de consorcio se derriten a los treinta y ocho grados centígrados y monedas.

veo (a través de) un cráneo podrido
y tres cuerpos que parecen estatuas de bronce fundido asfixiadas por un plástico desgarrado.

amor en descomposición.

nueve hombres en pugna.

ahora, deliberación.

culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/

mierda,
no leí el expediente del caso.

culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/culpable/inocente

hasta que se demuestre lo contrario.

día IV

noche buena: no hay progreso

cena familiar, tradición de mi linaje

-dramatización III: mi cabeza en el horno, cuatroscientos grados centígrados, pintada con aceite de oliva y condimentada con orégano, mix de pimientas y una pizca de pimentón.

escenario I: decapitado, corto delicadamente rodajas de mi cerebelo para alimentar a mi familia, el vitel toné de mi madre es una gran guarnición. dan las cero/cero/cero/cero y se hace de día de a momentos, todos brindamos y nos ahogamos en la pileta

escenario II: quemo la cena, todos se alejan de mi casa gritando el gran fracaso que fui todos estos años, el cielo sigue negro y cuando me quiero dar cuenta ya son las cero/tres/cinco/siete. todo está perdido-

tradición, dije

ceno solo,
enciendo una vela para ambientar la velada,

cargo mis venas con vino picado.

mi garganta está a punto de disparar.

día V

veinticinco de diciembre.

no voy a salir de la cama,
me arropo de vómito

dulces sueños.

día VI

inicio de la semana de la discordia.

las olas de calor, accidentes domésticos de pirotecnia, o solo el accionar de la mera depresión nos ha reducido a solo dos hombres 

¿en pugna? quien sabe.

culpable/inocente

¿inocente? quien sabe.

realmente no quiero estar acá,
nadie quiere cumplir su deber como jurado

¿quién soy yo para juzgar a alguien?

la ética de mi infancia fue asesinar sin piedad a un cobayo inocente,

eso aun me persigue

¿y esperan que decida sobre el destino de una persona?

me atemoriza la cárcel,
no quiero entablar nuevas relaciones

no soy una persona apta para eso.

-dramatización IV: rechazo el deber, salgo del juzgado victorioso y con toda la plata de mi billetera me compro una decena de tragos en el bar mas caro de la ciudad y trato de pasar la noche con alguien.

fallo I: me quedo en silencio cuando me hablan y me vuelco alcohol en mi ropa (porque no puedo tomar sin derramar medio vaso sobre mi camisa, que aun me sigue amenazando)

resolución I: así, solo, ebrio, mojado y algo perdido, tiro a golpes y a llantos la puerta de mi departamento y escribo sobre lo solo, infeliz y miserable que me siento.

al dia siguiente me despierto como si nada

ignorando todo lo que sentí,
muriéndome por dentro-

digo que me siento enfermo y no puedo seguir.

el otro hombre me escupe y me pega un puñetazo en la cara,
yo le agradezco.

se levanta la sesión.

día VII

no dormí.

no se si sigo ebrio o tengo resaca, no se diferenciar el límite.

hacen cuarenta y un grados
las plantas de mi balcón se han tirado por el mismo.

hay trece heridos en planta baja,

un edificio en discordia
y debo tres meses de expensas.

ignoro todo deber judicial.

están derribando mi puerta con un ariete hecho de cuerpos

y mi almohada no neutraliza todos los golpes.

dios, creo necesitar tranquilizante para caballos.

-dramatización V: yo yendo a la veterinaria. exhalando, respirando (haciendo todo al revés) me presento como juan estanislao guzmán, reconocido médico equino, solicitando una docena de botellas de medio litro de la medicación mas fuerte en el mercado

¿credencial? 
-ns/nc-

¿efectivo?
-ns/nc-

no tengo siquiera donde caer muerto-

argh,

mejor una sopa de restos de rivotril antes que estar lúcido un momento mas

¿juicio?

claro que me juzgo todos los dias,

por eso no necesito hablar más conmigo mismo.

día VIII

pitido a diez mil doscientos trece hertz

el resto

día IX

ruido blanco 

día X

mi cabeza hace eco incluso por la más mínima idea,

duele tanto pensar tan poco.

estoy sentado en una silla líquida, 

la escoliosis contra la pared
y el culo apoyado en el segundo subsuelo.

todos parados jurándole respeto al juez

estoy atado a la misma estructura de madera en la que hace dias sentí llorarme el cuerpo

argh,
cuarenta y dos grados centígrados.

mi pelo cae sobre mis ojos,
el otro jurado no ha aparecido hoy

quizás se sienta culpable de re-direccionarme la mandíbula

y de humectar manualmente mi ojo derecho.

no puedo mantener los ojos despiertos.

me llamo a mi mismo al estrado,

confieso tanto:

de chico asesiné sin piedad a un cobayo,

le clavé alfileres en los ojos a mis muñecos
para manipularlos como yo quisiese.

hice todo para que mis padres se alejasen de si 

y dejase yo de pasarla mal.

-dramatización VI: nada funcionó. nada nunca funciona.-

mi mirada ve al arma que tengo bajo la mesa, sobre mi falda
apuntándome a mi

o al jesucristo sobre mi cabeza.

es lo mismo
de ambas formas, sé que tengo miedo.

el juzgado está vacío.


levanto la sesión.

día XI

irrumpo sobre la sentencia,
esposado

hacen cincuenta grados afuera y mis muñecas lloran metal fundido sobre mis venas.

sé que soy culpable
aun no sé bien de que, pero lo soy

no puedo vivir así.

el jurado me mira juzgandome (como si pudiese hacer otra cosa)

culpable/culpable

al fin congeniamos. 
     (que lindo se siente hacer un amigo)

me escupen, me golpean

y se que lo merezco.

explico mi alegato al dibujante, a los testigos, al victimario, a la víctima y al juez

y digo
que es que me detesto tanto
es que odio tanto
es que siento tanto

es que nadie siente nada mas que pena por mi

es que asesiné a un cobayo

es que mi cuello está sobre el estrado hace semanas y nadie lo ha recogido

es que el jurado me odia
y yo lo odio

y me golpea, me escupe
y yo le agradezco de nuevo.

y digo

que por favor
que pido por favor

que me lleven
que no tengo nada que hacer acá

mi horno no podría soportar cocinarme de nuevo

y mis ingresos no son suficientes para pagar el gas
ni el agua

ni la electricidad.

lloro tanto para que sientan algo por mi.

lloro sobre el tomacorriente

la tristeza en doscientos veinte voltios.

todos en la oscuridad nos damos cuenta lo miserables que somos.

protesto,
protesto,
protesto,

no hay lugar donde ir,
nadie me dice nada.

los familiares lloran,

el juez acaba de suicidarse.

los oficiales me llevan esposado.

levanto la sesión,

caso cerrado.

día XII

primer día en la cárcel,

dos/tres/cinco/nueve.

trato de roer mi cuello con las esposas,
pero la fricción solo logra una quemadura de primer grado.

tengo un balcón

y por balcón entiendáse una ventana de diez por trece.

dan las cero/cero/cero/cero

y hacen cincuenta grados.

el cielo se inunda de colores hermosos

unas cuantas sábanas bien atadas rompen cinco cuellos al unísono.

que espectáculo.

paso mi lengua por los barrotes
y saben a un poste de subte deteriorado.

hay una gotera cayendo sobre el único inodoro en la celda

tapado de gallinas decapitadas para rituales umbanda
y cobayos asesinados por niños irresponsables.

el agua es amarga, pestilente
como si viniese de una cloaca situada en el techo.

hay

vino picado cargado en lo que resta de mis venas,

mi garganta está a punto de disparar al guardia más cercano,
a ver si ratifican la sentencia.

hacen cincuenta y un grados.

saco mi lengua de vaca asesinada

para que se caiga a pedazos en mis pies

y pedir asistencia ante una clara emergencia médica

mi mandíbula rota
se ríe ante quienes tienen una familia y  tienen que pasar el día cosiéndome la boca,

labios de alta costura

con los que sonrío
y celebro

por el año nuevo mas feliz que tuve.

domingo, 17 de septiembre de 2017

trescientos treinta y tres veces perdón

hoy alguien irrumpió en mi sueño,
              -violación de lo más íntimo-

hoy alguien apuntó un revólver a mi rostro

y yo no dije nada.

es que,

ya no vienen a mi,
ya no nacen de mi las palabras

para dejar como ofrenda en los cementerios en los que somos

cadáver
tumba
e hiedra

al mismo tiempo.

¿cuantas veces pedimos

                           perdón
por lo mismo? -perdón-

hoy me levanté con miedo,


envuelto en edredones de colillas de cigarrillos

y con mi piel disfrazada de culpa.

miré hacia abajo


y vi a mi boca sedienta,

agónica por nombrarte tanto.

no respondí,

ni esperé respuesta.

mi cabeza es como un hueco


de tierra infértil.


cementerio,

cadáver, tumba e hiedra.

hogar, refugio

hogar, refugio
ah, si.

odio tanto darme cuenta


de que soy ciénaga
de hambre

y de resignación.

hoy alguien irrumpió en mi sueño

y cuando desperté yo no estaba en mi dormitorio
-denuncia de desaparición forzada-

hoy alguien cortó mi espalda por las vértebras

y me hizo mirar al cielo.

hoy me desperté en nuestros cementerios

y dejé un ramillete de cuerpos de pájaros ya huidos
como recuerdo

bajo los tobillos de nuestro mausoleo familiar.

hoy no quise salir de la cama.

hoy tampoco.

hoy quise intentar dormir, pero no pude.

hoy tampoco.

hoy me robaron el sueño, me amordazaron,
me golpearon y cortaron mi espalda en vertical

hoy me hicieron ver el cielo,

y el sol me provocó quemaduras de primer grado

hoy no me desperté en mi cama
y me han maltratado 

me han cortado la lengua, me han repatriado los cadáveres que fui,
han cortado las hiedras

y demolido el cementerio.

hoy alguien irrumpió en mi sueño

y puso un revólver en mi rostro

y yo dije
que solo quería ir a casa,

pero hoy me desperté
mirando al cielo

y no dije más nada.

jueves, 14 de septiembre de 2017

la misericordia de los débiles

nací

con fiebre del nuevo milenio,

el cordón
rodeándome tres veces el cuello,

y mi mamá besando el aire enfermo que recién conocía

rogando, 
pidiendo.

contagio y2k
mi hermano a un lado de la ruta, muerto

y era génesis, todo

y todo era miedo.

arrodillado en perdigones de metal fundido

aprendí 
a no levantar el rostro ante la autoridad

aprendí 
que no era nadie para desear ser feliz

y aprendí, también
a beber dos litros de lejía diarios para limpiar mis impurezas.

semana por medio me encontraba con mi garganta en mis manos,

y mi cabeza no sé donde.

soñaba todos mis días con rostros blancos
al pie de mi colchón húmedo

llorándome los talones,

avejentándome el caminar.

sedentarismo: atado al techo que cayéndose sobre mi cuello
casi decapitándome

me invitaba a asfixiar la ausencia, nombrándome, nombrándome
nombrándome.

tuve cientos de mamíferos católicos apostólicos romanos mordiéndome las sombras

mientras en el tabique
tenía atravesado yo, un crucifijo muerto de pena

con el que rezaba diez padrenuestros

y cinco avemarías

mientras me arrodillaba
en perdigones de metal fundido

y pedía perdón, sin saber por qué.

es inacabable la carencia de tanto.

¿habré nacido aljibe que me drenan tanto y no devuelven nada?

arte contemporáneo: mi esqueleto vacío adornando una fachada de una casa que no es la mía,

el hueso astillado 
de mi tabique 

del que nace, ahora, un estigma

que llora en baños públicos.

escribo en el espejo mis últimos deseos

y sobre mi piel, vomito tantos sueños rotos y represiones como recuerdo.

no he bebido lavandina en semanas,
debo estar pudriéndome por dentro

es inacabable la carencia,

¿que nos ha hecho comportarnos así todo este tiempo?

la falta de fé, quizás

me digo, mientras despojo a jesucristo de su lugar de crucificado

y cierro los ojos con las manos y pies atravesados por clavos de la culpa
y una lanza justo en mi único riñón bueno

mientras cientos de rostros en blanco

lloran sobre mis talones

¿que esperan de mi?

si yo solo nací

con fiebre del nuevo milenio,

el cordón
rodeandome tres veces el cuello,

pero ahora todos besan el aire enfermo que alguna vez respiré

¿para qué ruegan? ¿para qué piden tanto? 

aprendan

que no son nadie para desear ser felices

lunes, 4 de septiembre de 2017

pienso estas cosas cuando no puedo dormir

I

fósiles de cerámica
    me abren las encías.

las hornallas de bronce son el consuelo de nosotros los derrotados,

el de los nadies,
   el de los crucificados.

el consuelo del terror
que me da 

abrazar la idea 

    de despertarme 
 y que todo siga así.

II

mis talones
mordidos por ruido blanco.

-impasse-

intentar ser algo mejor
es como arrastrarse por mares de vidrios rotos

pleamar: herida abierta

donde
mi habitación
es el mar muerto.

III

siempre hay un pero
       que se vuelve un por qué
               que se vuelve miedo

que se vuelve perdón.

(perdón)

IV

¿en que baúl dejé mi boca a medio coser

bajo la promesa
de no decirte

nunca más

nada?