domingo, 17 de septiembre de 2017

trescientos treinta y tres veces perdón

hoy alguien irrumpió en mi sueño,
              -violación de lo más íntimo-

hoy alguien apuntó un revólver a mi rostro

y yo no dije nada.

es que,

ya no vienen a mi,
ya no nacen de mi las palabras

para dejar como ofrenda en los cementerios en los que somos

cadáver
tumba
e hiedra

al mismo tiempo.

¿cuantas veces pedimos

                           perdón
por lo mismo? -perdón-

hoy me levanté con miedo,


envuelto en edredones de colillas de cigarrillos

y con mi piel disfrazada de culpa.

miré hacia abajo


y vi a mi boca sedienta,

agónica por nombrarte tanto.

no respondí,

ni esperé respuesta.

mi cabeza es como un hueco


de tierra infértil.


cementerio,

cadáver, tumba e hiedra.

hogar, refugio

hogar, refugio
ah, si.

odio tanto darme cuenta


de que soy ciénaga
de hambre

y de resignación.

hoy alguien irrumpió en mi sueño

y cuando desperté yo no estaba en mi dormitorio
-denuncia de desaparición forzada-

hoy alguien cortó mi espalda por las vértebras

y me hizo mirar al cielo.

hoy me desperté en nuestros cementerios

y dejé un ramillete de cuerpos de pájaros ya huidos
como recuerdo

bajo los tobillos de nuestro mausoleo familiar.

hoy no quise salir de la cama.

hoy tampoco.

hoy quise intentar dormir, pero no pude.

hoy tampoco.

hoy me robaron el sueño, me amordazaron,
me golpearon y cortaron mi espalda en vertical

hoy me hicieron ver el cielo,

y el sol me provocó quemaduras de primer grado

hoy no me desperté en mi cama
y me han maltratado 

me han cortado la lengua, me han repatriado los cadáveres que fui,
han cortado las hiedras

y demolido el cementerio.

hoy alguien irrumpió en mi sueño

y puso un revólver en mi rostro

y yo dije
que solo quería ir a casa,

pero hoy me desperté
mirando al cielo

y no dije más nada.

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