domingo, 21 de enero de 2018

descomposición de la imitación de un monólogo

un dedo helado hurga mi sien
mientras mi pulgar, cobarde, le reza a la meca para que todo termine.

una rosa en la boca del hambre.

ah, cuando tuve la belleza

y claro, ¿como no se me ocurrió?

que si los pétalos de mi boca florecían
¿de donde les nacía su color?

porque cuando mi lengua me prometió mares,

mis rodillas
me pidieron piedad

y yo ahora, solo pido huir.

si ya de mi boca solo nace muerte.

portaretratos de un nicho ausente,

familias que velan por la ausencia de restos en un plato vacío
y se esconden bajo una trinchera cuando cae el sol por su pena de muerte,

solo para dormirse

y despertarse en el infierno.

mis ojos cuelgan delicadamente de un tender en un patio carcomido por la sed

marchando por la indiferencia
en un círculo vicioso.

los alfileres se dividen entre comisuras

y mis párpados son edredones para los enfermos.

y ahora, yo solo espero
por una tormenta inminente

que resguarde el polvo de un cráneo erosionado
sobre mi pupila.

así 
sin parpadear,
durmiendo bajo una trinchera,

haré nacer una perla

donde por fin pueda verme.

y claro, ¿como no se me ocurrió?

esos anestesistas que quisieron persuadirme para dejar caer mi cielo
por un poco de antibióticos

digo, tendría que haberles creído

digo, ¿de qué sirve ver al cielo ahora?

yo rabioso,
yo enfermo, 
yo mudo,
yo famélico

yo, pésimo especulador.

¿de qué sirve ver al cielo si no hay esperanza?

y no dudo 
que haya esperanza para mí,

solo desconozco bajo que cama se encuentra.

¿que, que quiero?

si pudiese pedir

(ya no hay pedido, solo ruego y mi lástima ya ni siquiera es diversión)

pero si pudiese

quisiera dejar mi silueta al sol
para formar una huella

que marque advertencias en este sendero.

peligro: tumba saqueada, garganta descosida, cielo cotizando bajo, esperanza perdida (y sin retribución)

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