me encorvo,
beso el suelo,
me doy cuenta que me dan asco mis propios pies,
mis zapatillas hablan por sus años
y mis oídos no escuchan porque no quieren.
en los cortes de mis labios anidan larvas,
mosquitas madres
devoran naturalezas muertas
que nadie vela,
que a nadie parece importarle.
de mi vientre se desprende una cáscara de banana con forma de pulpo decapitado
usada para alimentar la decadencia de una infección no tratada,
decido coserla para que nunca tenga que volver a ver la luz del día
trato de cubrir las imperfecciones que tiene
usando una aguja chueca y un hilo desenhebrado
tal y como trato de unir estos dos versos con una metáfora que da pena.
de nuevo
me encorvo, beso el suelo
no le ofrezco mis reverencias a nadie.
toco mi garganta a modo de metrónomo para darle un tiempo determinado al recitar lo que digo, lo que hablo.
un ejemplo
a 220 bpm:
en su pequeño cuarto, una celadora cocina con saliva su última cena
desde una gotera caen tres cuerpitos de agua descontinuados por uno, tres y cuatro segundos, respectivamente
en un intermedio de diecisiete segundos entre ciclo,
la celadora empaña sus lentes de humo, cada vez
queriendo encender sus muñecas de fuego, apretando un puño que hace ver un mapa entre las venas
que no llega a ninguna parte.
por otro lado,
la escuela que cuida, abandonada,
el sol que cae demasiado rápido,
una heladera desbordando aceite,
las encías cortándose con filamentos vencidos,
el vidrio molido chocando con el sarro de los dientes de la celadora produciendo un destello de luz que nace de aquellas palabras que dijo hace tanto y que ya nadie recuerda,
la cena para una persona,
el mantel mal puesto
y la comida que se quemó,
otra vez.
(...)
me enojo porque me transpiran las manos
y porque la rabia está para las certezas
y es cierto: me enojo cuando me transpiran las manos,
como me enojo no saber que hacer con ellas
y es por eso que las escondo en los bolsillos
y es porque a veces no siento mis llaves en ellos
que siento que ningún lugar me pertenece
que de la vigilia de los huéspedes
solo queda la cera derretida bajo mis uñas
que ya no quedan mas lugares que hurgar,
que ya no hay donde esconderse.
¿dónde ubicar un presente si no es a partir de la negación?
hoy,
entonces
la ruptura de las noches,
la temprana rendición de las manos que protegían la esperanza,
las represalias de la falta de determinación,
la necesidad de articular palabras ante la desolación absoluta, pero no poder hacerlo.
ahora,
entonces
mi boca podrida,
la comida quemada,
la piel evaporándose del dolor.
mi boca podrida,
el baño inundado,
los portadores de la devastación.
mi boca podrida,
mis palabras inútiles,
afuera los desahuciados escupen cenizas.
el cielo negro,
mi boca podrida,
mi vientre tejido a dos agujas para que nada vuelva a escapar.
el sol cayendo,
la falta de respeto a la estructura,
la implicancia de la forma,
los sueños de neo barroquismo,
la escuela abandonada,
una lección aprendida de memoria,
una mesa quebrada,
la cena para uno,
las hojas inmóviles,
la falta de significado,
la necesidad propia de no querer otorgarle sentido a nada.
de nuevo, la falta de respeto a la estructura
una vértebra con exceso de aire,
un dolor lumbar,
una serie de ejercicios para reconstruir la postura,
encorvarse, besar el piso
dar la palabra para que otros seres la habiten, la infecten, la pudran y la entierren para que no vuelva a ver la luz.
una numeración de conceptos que intentan llevar un hilo conductor en la cabeza de quien esté leyendo,
una boa rompiéndome el cuello,
una vértebra o dos, asfixiadas,
el frío de la noche a las 9:23 AM,
la ventana mal cerrada.
mi boca podrida llenando de humo una calle que nadie recorre.
ahora, entonces
la negación, especialmente la negación
las manos transpiradas,
mis llaves en otra cerradura que no es la mía,
una plaza llena de perros hambrientos,
la necesidad dispuesta a un lado,
los dedos vomitando automatismos que no controlo,
los espacios tratando de crear un camino y una barrera que bloquea el camino, haciéndonos volver siempre a donde todo empieza.
el recorrido de los índices,
el filo de los libros que olvidé cortando los espacios más recónditos de mi mente,
el sangrado de los ojos,
los oídos que siguen sin querer escuchar,
un cigarrillo colgando de mi boca hace más de dos horas,
las muelas oficiando de cenicero,
el anti-clímax.
martes, 30 de octubre de 2018
lunes, 22 de octubre de 2018
paraíso podredumbre
hoy
las puertas abiertas,
las ausencias permanecen
el gas de una hornalla cierra todas las ventanas,
nadie pagó el cable,
los sillones le dan la espalda a la televisión
a pesar de que nadie se sienta, ya.
afuera, una montaña de bolsas de basura me prohíben bajo cualquier motivo ver el sol.
todo está tan frío.
los manteles corridos ocultan las patas rotas de una mesa,
mientras que los platos caen en picada
antes de que esté servida la comida,
y nadie limpia
y todo parece estar cada vez más lejos.
el calendario entero es una X
(xx/xx/xxxx)
marcar los días por sensaciones/analogías me parece una opción más viable,
hoy fue enojo
hoy fue malinterpretación
hoy fue quemarse las manos con una soga mientras caes y no podes aferrarte pero no tenes el valor de soltarte del todo
hoy fue valentía
hoy fue ahogarme en el agua del inodoro
hoy fue el odio que le tengo a los números pares.
tengo al menos cincuenta azulejos en la zona de la ducha, aunque jamás terminé de contarlos porque no quiero pensar en que quizás, uno de ellos pueda caerse y romperse en pedacitos que no pueda agarrar y ya no haya esa cantidad de azulejos que alguna vez creí que era para siempre.
la ducha dispara ráfagas de aire que me aterran
por lo que espero que la corriente se normalice, viéndome al espejo
reproduciendo mi reflejo en mi mente, a la vez de que mi reflejo reproduce mi imagen
retroalimentación.
bajo el agua
mis pelos se aferran a mis muñecas,
me atan,
y los quiebro, me libero
y caen.
pero tapan el desagüe de la bañera
aquel que jamás me atreví a limpiar
y por lo que hoy el agua me llega hasta las rodillas.
todos estos años olvidé mantener una buena postura
mi cama puede ser un pozo, o un montículo de ropa, según en que posición duerma.
todos estos años olvidé mantener un régimen de sueños que no me despertasen en el medio de la noche,
si es siempre lo mismo:
estoy escondido bajo una mesa rota que partí a la mitad por accidente
y veo caminar, rodeando la mesa, a un par de pies que no me corresponden
(es ahí donde me recuerdo que nada es mío)
y siento una respiración
que se confunde con la mía
por lo que tomo aire y la contengo
pero no escucho nada más
hasta exhalar de nuevo.
y me siento chiquito
como si a cada momento me encogiese más y más
y terminase tragando la tierra que los escarabajos que habitan en mi living se rehúsan a comer
los pies siguen acechando,
pero nunca pasa nada
y es en esa misma nada en la que me despierto.
es cuando todos están dormidos,
que escucho todo en un silencio muerto
mi corazón bombeando sangre se oye como si constantemente tirase de la cadena del baño
y todo se inunda
y jamás saqué mis pelos del desagüe
y el agua me llega a las rodillas, ahogando hematomas
mis manos amordazadas de desesperación.
como si encendiese un cigarrillo y se quemara toda mi casa.
las puertas abiertas,
una corriente de aire que contamina todo de miedo
y yo esperando el amanecer aferrado a la promesa de que mañana voy a dormir y voy a poder soñar algo verdaderamente hermoso.
hoy fue perder parte de un dedo por cerrar mal la puerta de un auto.
fotos de porcelana,
mi rostro ausente
las manos transpiradas de esperar tanto algo que aun no sé bien que es
mis ojos pidiendo perdón.
los tendones de mis manos cercenados,
la sangre escapándose en cada movimiento.
todo va volviéndose paulatinamente más pálido.
las servilletas no absorben el dolor,
todo termina por adquirir el color de óxido después de tiempo.
una obra en construcción irrumpe mis mañanas desde hace ya seis meses,
mis brazos cargan con las paredes de mi casa cayéndose sobre ellos
una sierra que corta mis esperanzas,
con un ruido que aturde mi equilibrio.
hay golpes, fierros
siluetas que no reconozco,
y un sol que quemaría mis ojos
todo por la mañana siempre solía estar tan brillante,
pero hoy
viendo entre la penumbra
me hace acordar a cuando a veces dormía en la habitación a la que nadie entraba en la casa de mis abuelos
la habitación mas fría, con los edredones molidos en polvo
con daguerrotipos colgados de la pared como si fuesen advertencias de otro mundo
con rostros mirandome,
con libros que desafiaban mi presencia
con esa ausencia que me hace escuchar todo mas detenidamente
mis sueños ruidosos,
una obra en construcción en stand-by
todo se siente tan frío
todo se siente tan, pero tan lejano.
hoy fue una pérdida de tiempo.
pero mis pies,
estos pies
dibujados de vidrio,
escupidos de espinas,
infectados de clavos insalubres
son estos pies, míos.
son míos estos pies hundiéndose en lo más inhóspito con ninguna idea de salvación.
es mía la respiración,
y a pesar de que el escondite nunca me pertenece,
es mío el miedo.
hoy fue nadar en el medio del océano de noche y sin luna que me guíe.
¿y mañana?
xx/xx/xxxx
las puertas abiertas,
las ausencias permanecen
el gas de una hornalla cierra todas las ventanas,
nadie pagó el cable,
los sillones le dan la espalda a la televisión
a pesar de que nadie se sienta, ya.
afuera, una montaña de bolsas de basura me prohíben bajo cualquier motivo ver el sol.
todo está tan frío.
los manteles corridos ocultan las patas rotas de una mesa,
mientras que los platos caen en picada
antes de que esté servida la comida,
y nadie limpia
y todo parece estar cada vez más lejos.
el calendario entero es una X
(xx/xx/xxxx)
marcar los días por sensaciones/analogías me parece una opción más viable,
hoy fue enojo
hoy fue malinterpretación
hoy fue quemarse las manos con una soga mientras caes y no podes aferrarte pero no tenes el valor de soltarte del todo
hoy fue valentía
hoy fue ahogarme en el agua del inodoro
hoy fue el odio que le tengo a los números pares.
tengo al menos cincuenta azulejos en la zona de la ducha, aunque jamás terminé de contarlos porque no quiero pensar en que quizás, uno de ellos pueda caerse y romperse en pedacitos que no pueda agarrar y ya no haya esa cantidad de azulejos que alguna vez creí que era para siempre.
la ducha dispara ráfagas de aire que me aterran
por lo que espero que la corriente se normalice, viéndome al espejo
reproduciendo mi reflejo en mi mente, a la vez de que mi reflejo reproduce mi imagen
retroalimentación.
bajo el agua
mis pelos se aferran a mis muñecas,
me atan,
y los quiebro, me libero
y caen.
pero tapan el desagüe de la bañera
aquel que jamás me atreví a limpiar
y por lo que hoy el agua me llega hasta las rodillas.
todos estos años olvidé mantener una buena postura
mi cama puede ser un pozo, o un montículo de ropa, según en que posición duerma.
todos estos años olvidé mantener un régimen de sueños que no me despertasen en el medio de la noche,
si es siempre lo mismo:
estoy escondido bajo una mesa rota que partí a la mitad por accidente
y veo caminar, rodeando la mesa, a un par de pies que no me corresponden
(es ahí donde me recuerdo que nada es mío)
y siento una respiración
que se confunde con la mía
por lo que tomo aire y la contengo
pero no escucho nada más
hasta exhalar de nuevo.
y me siento chiquito
como si a cada momento me encogiese más y más
y terminase tragando la tierra que los escarabajos que habitan en mi living se rehúsan a comer
los pies siguen acechando,
pero nunca pasa nada
y es en esa misma nada en la que me despierto.
es cuando todos están dormidos,
que escucho todo en un silencio muerto
mi corazón bombeando sangre se oye como si constantemente tirase de la cadena del baño
y todo se inunda
y jamás saqué mis pelos del desagüe
y el agua me llega a las rodillas, ahogando hematomas
mis manos amordazadas de desesperación.
como si encendiese un cigarrillo y se quemara toda mi casa.
las puertas abiertas,
una corriente de aire que contamina todo de miedo
y yo esperando el amanecer aferrado a la promesa de que mañana voy a dormir y voy a poder soñar algo verdaderamente hermoso.
hoy fue perder parte de un dedo por cerrar mal la puerta de un auto.
fotos de porcelana,
mi rostro ausente
las manos transpiradas de esperar tanto algo que aun no sé bien que es
mis ojos pidiendo perdón.
los tendones de mis manos cercenados,
la sangre escapándose en cada movimiento.
todo va volviéndose paulatinamente más pálido.
las servilletas no absorben el dolor,
todo termina por adquirir el color de óxido después de tiempo.
una obra en construcción irrumpe mis mañanas desde hace ya seis meses,
mis brazos cargan con las paredes de mi casa cayéndose sobre ellos
una sierra que corta mis esperanzas,
con un ruido que aturde mi equilibrio.
hay golpes, fierros
siluetas que no reconozco,
y un sol que quemaría mis ojos
todo por la mañana siempre solía estar tan brillante,
pero hoy
viendo entre la penumbra
me hace acordar a cuando a veces dormía en la habitación a la que nadie entraba en la casa de mis abuelos
la habitación mas fría, con los edredones molidos en polvo
con daguerrotipos colgados de la pared como si fuesen advertencias de otro mundo
con rostros mirandome,
con libros que desafiaban mi presencia
con esa ausencia que me hace escuchar todo mas detenidamente
mis sueños ruidosos,
una obra en construcción en stand-by
todo se siente tan frío
todo se siente tan, pero tan lejano.
hoy fue una pérdida de tiempo.
pero mis pies,
estos pies
dibujados de vidrio,
escupidos de espinas,
infectados de clavos insalubres
son estos pies, míos.
son míos estos pies hundiéndose en lo más inhóspito con ninguna idea de salvación.
es mía la respiración,
y a pesar de que el escondite nunca me pertenece,
es mío el miedo.
hoy fue nadar en el medio del océano de noche y sin luna que me guíe.
¿y mañana?
xx/xx/xxxx
jueves, 4 de octubre de 2018
respuestas al crucigrama del diario de mañana
así como aprendí a nadar y a separar mi aire del agua,
también inundé mis pulmones, golpeé mi cuerpo contra un grupo de rocas filosas
y me dormí, esperando que la corriente me llevase.
así como destapo un vino y rompo el corcho
también mancho la pared de expresionismo fermentado y rompo accidentalmente la botella.
así como me incrusto vidrios en la mano y me lloran los dedos
también sé tragar pedacitos sólidos de un pico que lastima mis labios, escupir la pared
y firmar la obra.
así como me despierto después de haber dormido dos horas
y camino centenares de cuadras con la mirada puesta en las fisuras de la vereda
también hago fila en muchos lugares y me pongo nervioso,
me llegan los susurros de la gente como si fueran pensamientos míos, ajenos
y camino por la calle ahorcado por una bolsa de nylon que no tiene el suficiente peso para hacerme caer desplomado.
así como tengo buena vista de cerca, de lejos ya no veo nada
las cuencas se fuerzan tanto que se desgastan en cada enfoque mal logrado,
los párpados se agrietan, mientras las pestañas van perdiendo su filo, aquel que me protege del sol.
así como reitero, como hablo, digo y hago énfasis
también corto, fragmento,
divido y retuerzo,
y no por necesidad,
ya no sé poner las palabras que quiero en algún orden,
todo lugar es incorrecto, toda noción comunicativa es el mínimo eco de lo que me oculto hacia mis adentros.
y no divido, ni corto, ni fragmento, ni retuerzo
porque me falte algo
me podría faltar todo que bien lo seguiría haciendo.
no,
me harto de lo verbal
y me apeno por los dedos que cargan involuntariamente con un trabajo de oficina
una oficina donde los cumpleaños de los empleados se cantan con el misma carencia de emoción,
donde la heladera siempre está descongelada y todos roban tu última cena
y donde nadie realmente quiere estar ahí.
además,
el monotributo dejó de pagarse hace años
y estamos próximos a perder la casa.
no,
yo hago, siento, grito a través un monitor que vibra a una frecuencia que desconozco
porque la palabra ya no significa,
y no significa nada más que la antigua idea de la esperanza.
porque ya, la noción del presente es indistinta,
porque nadie espera nada del hoy más que levantarse con la sábana enrollada a la cintura, con los pies mordiendo el techo,
y una mirada que no es vista por nadie.
el espejo botiquín, abierto en tres partes, me rechaza sistemáticamente en cada una.
verse por detrás es conocer la parte más vulnerable que poseemos.
así como me desnudo en los desiertos de mis sueños, lagunas de mi memoria
también anoto en mi piel aquellos que mas me han marcado, aquellos que han desecho alguna parte de mi espíritu.
entonces hoy no espero nada,
solo escupo la amargura que cultivo durante días, semanas a veces
y la escupo en sobre las fisuras de la vereda, sedimentando las calles de odio, de ansias y de tristeza.
los pasos siguen un mismo ritmo,
cada vez van marcándose más y más las huellas de mis días
cada vez son mas profundas,
el camino se hace más sinuoso, más difícil de continuar.
a veces incluso las sábanas me atan todo el día, me desentiendo de lo que pasa por afuera de mi ventana.
mi cintura dolida, amordazada
y la parte inferior de mi espalda que llora de años y años de mala postura que me despierta por las noches.
entonces
¿por qué sigo si mis propias partes me rechazan?
¿por qué sigo si cada vez soy más sensible en mis sentidos a aquello que sienten los demás?
¿por qué sigo?
bueno pues, porque no hay otra cosa que hacer
aún porque nadie me ha propuesto nada mejor
porque aún sigo despertando, ya sea de día o de noche,
la constancia se traduce en abrir los ojos en contra de tu voluntad.
también porque quizás algún día pueda encontrarle un sentido a todo esto y diga: "ah, en retrospectiva la tristeza que me solía envolver ahora es algo cálido, algo de lo que pude aprender para resignarme a una fatalidad, paradójicamente, no tan fatalista como la idea de artista atormentado y postmoderno que sostenía hace algún tiempo"
porque quizás algún día aprenda
y eso es lo que más atesoro aún.
es como preguntarnos
¿por qué hacer lo que hacemos?
¿por qué no resignarse ante la falta de todo? aquella carencia anunciada.
supongo cada quien tiene una visión,
supongo cada quien puede levantarse, quizás abrazado entre sábanas, con los pies acariciando otros dedos que no resguardan al invierno entre sus venas
y portando una mirada que todos quieren atravesar de manera gentil
doy por sentado la existencia de una situación de esa índole.
cada quien guarda sus formas,
cada quien atesora el dolor,
hacia adentro o hacia afuera.
pero den por sentado también, que nadie se salva de la podredumbre,
nadie puede pasar una vida sin ver marchitarse los pétalos más bellos de sus flores favoritas.
nadie puede tomar la palabra esperando evocar algo del pasado
y forzarla, forzarla, forzarla para que de alguna manera, ese algo suponga un cambio
como decirnos, repetirnos:
"no voy a estar triste aquel día hace tres años, no voy a llorar en la bañera, no voy a ver por la ventana y ver la noche y sentir que me avasalla y me traga, para encontrarme en el suelo sin recordar nada de lo que pasó"
es en vano buscarse en lo que nos antecede, para tratar de sanarnos en retrospectiva, descuidando el cuerpo que dejamos expuesto al sol, con los párpados rotos, las pestañas perdiendo su filo,
y esto no es ni una advertencia, ni una promesa de que todo va a estar mejor, porque lo más probable es que todo empeore antes de mejorar, esto quizás es, tocar fondo y empezar a quedarse sin oxígeno.
quizás algún día veremos la superficie.
como quizás también, algún día aprendamos a escribir
a mar-car el rit-mo de las dolencias,
a separar en sílabas el dolor que punza desde nuestros hematomas auto-infligidos
porque así como mis dedos son prisioneros de la furia,
también recapacitan
también re-elaboran y se esfuerzan por ser mejores
y así como trato de hibridar los mundos en los que habito
hay algo que me tira, que me arrastra, siempre a lo más profundo
sumido en la lejanía de ambos espacios
(nota al pie: resurge en mi la idea de los no-lugares, ¿que mejor que transitar sin saberse habitando? / / / las impresiones de la falta de sensibilidad. el abandono de lo pasajero)
y así como me falta el aire, también respiro vendavales de miseria
los árboles desnudos se caen ante mi sola presencia y mi sombra arde con el cielo
y mis tobillos heridos de ramas
con la sangre de los nidos que jamás fueron hogar
saben rendirse de pena, de dolor.
ya la idea de la redención es estacionaria,
las cicatrices saben ser para siempre,
y las incisiones son hechas con los bisturíes mas oxidados
corazón abierto, si
pero ¿a qué?
la luz dilata doscientos mil treinta y ocho pupilas al mismo tiempo.
un extraño clava en mi pie una estaca para marcar las dimensiones de un campo abandonado,
los dientes muerden los pedazos de tela mas finos
los colmillos se entierran en los adentros de las encías
y la lengua, pronta a ser decapitada, atestigua mil crímenes sin victimario.
en las manos recae la culpa
en nosotros,
nuestra historia.
las articulaciones cuelgan como hilos,
nuestros porta retratos están a punto de cubrirse totalmente de polvo y despojarnos de nuestros días más felices.
los nervios duelen al chasquearse entre si,
los tumultos de tierra del patio trasero descubren los cadáveres de nuestras mascotas de la infancia.
los dedos tratan de imprimir esta dolencia en algo que pueda ser significativo para alguien más
la radio sintoniza sola el anuncio del velatorio de nuestro abuelo.
y a pesar de no querer reiterarme, de no querer decir siempre las mismas cosas
saber: es en vano buscarse en lo que nos antecede
el futuro no es prometedor y el presente supone, no más que una idealización de lo que ya fue,
(sinopsis: la segmentación de lo que uno quiere decir
y no puede
en tres actos indistintos.)
hoy no es un día meritorio de ser recordado.
por eso, en nosotros recae hacer del mañana lo que querramos de el
si total ¿de que sirve recordar?
¡ja!
también inundé mis pulmones, golpeé mi cuerpo contra un grupo de rocas filosas
y me dormí, esperando que la corriente me llevase.
así como destapo un vino y rompo el corcho
también mancho la pared de expresionismo fermentado y rompo accidentalmente la botella.
así como me incrusto vidrios en la mano y me lloran los dedos
también sé tragar pedacitos sólidos de un pico que lastima mis labios, escupir la pared
y firmar la obra.
así como me despierto después de haber dormido dos horas
y camino centenares de cuadras con la mirada puesta en las fisuras de la vereda
también hago fila en muchos lugares y me pongo nervioso,
me llegan los susurros de la gente como si fueran pensamientos míos, ajenos
y camino por la calle ahorcado por una bolsa de nylon que no tiene el suficiente peso para hacerme caer desplomado.
así como tengo buena vista de cerca, de lejos ya no veo nada
las cuencas se fuerzan tanto que se desgastan en cada enfoque mal logrado,
los párpados se agrietan, mientras las pestañas van perdiendo su filo, aquel que me protege del sol.
así como reitero, como hablo, digo y hago énfasis
también corto, fragmento,
divido y retuerzo,
y no por necesidad,
ya no sé poner las palabras que quiero en algún orden,
todo lugar es incorrecto, toda noción comunicativa es el mínimo eco de lo que me oculto hacia mis adentros.
y no divido, ni corto, ni fragmento, ni retuerzo
porque me falte algo
me podría faltar todo que bien lo seguiría haciendo.
no,
me harto de lo verbal
y me apeno por los dedos que cargan involuntariamente con un trabajo de oficina
una oficina donde los cumpleaños de los empleados se cantan con el misma carencia de emoción,
donde la heladera siempre está descongelada y todos roban tu última cena
y donde nadie realmente quiere estar ahí.
además,
el monotributo dejó de pagarse hace años
y estamos próximos a perder la casa.
no,
yo hago, siento, grito a través un monitor que vibra a una frecuencia que desconozco
porque la palabra ya no significa,
y no significa nada más que la antigua idea de la esperanza.
porque ya, la noción del presente es indistinta,
porque nadie espera nada del hoy más que levantarse con la sábana enrollada a la cintura, con los pies mordiendo el techo,
y una mirada que no es vista por nadie.
el espejo botiquín, abierto en tres partes, me rechaza sistemáticamente en cada una.
verse por detrás es conocer la parte más vulnerable que poseemos.
así como me desnudo en los desiertos de mis sueños, lagunas de mi memoria
también anoto en mi piel aquellos que mas me han marcado, aquellos que han desecho alguna parte de mi espíritu.
entonces hoy no espero nada,
solo escupo la amargura que cultivo durante días, semanas a veces
y la escupo en sobre las fisuras de la vereda, sedimentando las calles de odio, de ansias y de tristeza.
los pasos siguen un mismo ritmo,
cada vez van marcándose más y más las huellas de mis días
cada vez son mas profundas,
el camino se hace más sinuoso, más difícil de continuar.
a veces incluso las sábanas me atan todo el día, me desentiendo de lo que pasa por afuera de mi ventana.
mi cintura dolida, amordazada
y la parte inferior de mi espalda que llora de años y años de mala postura que me despierta por las noches.
entonces
¿por qué sigo si mis propias partes me rechazan?
¿por qué sigo si cada vez soy más sensible en mis sentidos a aquello que sienten los demás?
¿por qué sigo?
bueno pues, porque no hay otra cosa que hacer
aún porque nadie me ha propuesto nada mejor
porque aún sigo despertando, ya sea de día o de noche,
la constancia se traduce en abrir los ojos en contra de tu voluntad.
también porque quizás algún día pueda encontrarle un sentido a todo esto y diga: "ah, en retrospectiva la tristeza que me solía envolver ahora es algo cálido, algo de lo que pude aprender para resignarme a una fatalidad, paradójicamente, no tan fatalista como la idea de artista atormentado y postmoderno que sostenía hace algún tiempo"
porque quizás algún día aprenda
y eso es lo que más atesoro aún.
es como preguntarnos
¿por qué hacer lo que hacemos?
¿por qué no resignarse ante la falta de todo? aquella carencia anunciada.
supongo cada quien tiene una visión,
supongo cada quien puede levantarse, quizás abrazado entre sábanas, con los pies acariciando otros dedos que no resguardan al invierno entre sus venas
y portando una mirada que todos quieren atravesar de manera gentil
doy por sentado la existencia de una situación de esa índole.
cada quien guarda sus formas,
cada quien atesora el dolor,
hacia adentro o hacia afuera.
pero den por sentado también, que nadie se salva de la podredumbre,
nadie puede pasar una vida sin ver marchitarse los pétalos más bellos de sus flores favoritas.
nadie puede tomar la palabra esperando evocar algo del pasado
y forzarla, forzarla, forzarla para que de alguna manera, ese algo suponga un cambio
como decirnos, repetirnos:
"no voy a estar triste aquel día hace tres años, no voy a llorar en la bañera, no voy a ver por la ventana y ver la noche y sentir que me avasalla y me traga, para encontrarme en el suelo sin recordar nada de lo que pasó"
es en vano buscarse en lo que nos antecede, para tratar de sanarnos en retrospectiva, descuidando el cuerpo que dejamos expuesto al sol, con los párpados rotos, las pestañas perdiendo su filo,
y esto no es ni una advertencia, ni una promesa de que todo va a estar mejor, porque lo más probable es que todo empeore antes de mejorar, esto quizás es, tocar fondo y empezar a quedarse sin oxígeno.
quizás algún día veremos la superficie.
como quizás también, algún día aprendamos a escribir
a mar-car el rit-mo de las dolencias,
a separar en sílabas el dolor que punza desde nuestros hematomas auto-infligidos
porque así como mis dedos son prisioneros de la furia,
también recapacitan
también re-elaboran y se esfuerzan por ser mejores
y así como trato de hibridar los mundos en los que habito
hay algo que me tira, que me arrastra, siempre a lo más profundo
sumido en la lejanía de ambos espacios
(nota al pie: resurge en mi la idea de los no-lugares, ¿que mejor que transitar sin saberse habitando? / / / las impresiones de la falta de sensibilidad. el abandono de lo pasajero)
y así como me falta el aire, también respiro vendavales de miseria
los árboles desnudos se caen ante mi sola presencia y mi sombra arde con el cielo
y mis tobillos heridos de ramas
con la sangre de los nidos que jamás fueron hogar
saben rendirse de pena, de dolor.
ya la idea de la redención es estacionaria,
las cicatrices saben ser para siempre,
y las incisiones son hechas con los bisturíes mas oxidados
corazón abierto, si
pero ¿a qué?
la luz dilata doscientos mil treinta y ocho pupilas al mismo tiempo.
un extraño clava en mi pie una estaca para marcar las dimensiones de un campo abandonado,
los dientes muerden los pedazos de tela mas finos
los colmillos se entierran en los adentros de las encías
y la lengua, pronta a ser decapitada, atestigua mil crímenes sin victimario.
en las manos recae la culpa
en nosotros,
nuestra historia.
las articulaciones cuelgan como hilos,
nuestros porta retratos están a punto de cubrirse totalmente de polvo y despojarnos de nuestros días más felices.
los nervios duelen al chasquearse entre si,
los tumultos de tierra del patio trasero descubren los cadáveres de nuestras mascotas de la infancia.
los dedos tratan de imprimir esta dolencia en algo que pueda ser significativo para alguien más
la radio sintoniza sola el anuncio del velatorio de nuestro abuelo.
y a pesar de no querer reiterarme, de no querer decir siempre las mismas cosas
saber: es en vano buscarse en lo que nos antecede
el futuro no es prometedor y el presente supone, no más que una idealización de lo que ya fue,
(sinopsis: la segmentación de lo que uno quiere decir
y no puede
en tres actos indistintos.)
hoy no es un día meritorio de ser recordado.
por eso, en nosotros recae hacer del mañana lo que querramos de el
si total ¿de que sirve recordar?
¡ja!
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