jueves, 4 de octubre de 2018

respuestas al crucigrama del diario de mañana

así como aprendí a nadar y a separar mi aire del agua,
 también inundé mis pulmones, golpeé mi cuerpo contra un grupo de rocas filosas
    y me dormí, esperando que la corriente me llevase.

así como destapo un vino y rompo el corcho

    también mancho la pared de expresionismo fermentado y rompo accidentalmente la botella.

 así como me incrusto vidrios en la mano y me lloran los dedos

      también sé tragar pedacitos sólidos de un pico que lastima mis labios, escupir la pared
      y firmar la obra.

así como me despierto después de haber dormido dos horas

          y  camino centenares de cuadras con la mirada puesta en las fisuras de la vereda

también hago fila en muchos lugares y me pongo nervioso,

      me llegan los susurros de la gente como si fueran pensamientos míos, ajenos 
   y camino por la calle ahorcado por una bolsa de nylon que no tiene el suficiente peso para hacerme caer desplomado.

así como tengo buena vista de cerca, de lejos ya no veo nada

     las cuencas se fuerzan tanto que se desgastan en cada enfoque mal logrado,
  los párpados se agrietan, mientras las pestañas van perdiendo su filo, aquel que me protege del sol.

así como reitero, como hablo, digo y hago énfasis

  también corto, fragmento,
    divido y retuerzo,   

y no por necesidad, 

ya no sé poner las palabras que quiero en algún orden, 
    todo lugar es incorrecto, toda noción comunicativa es el mínimo eco de lo que me oculto hacia mis adentros.

y no divido, ni corto, ni fragmento, ni retuerzo  

   porque me falte algo
me podría faltar todo que bien lo seguiría haciendo.

no,

me harto de lo verbal
  y me apeno por los dedos que cargan involuntariamente con un trabajo de oficina

una oficina donde los cumpleaños de los empleados se cantan con el misma carencia de emoción,

   donde la heladera siempre está descongelada y todos roban tu última cena 
         y donde nadie realmente quiere estar ahí.

además,

      el monotributo dejó de pagarse hace años

y estamos próximos a perder la casa.


no, 

yo hago, siento, grito a través un monitor que vibra a una frecuencia que desconozco
porque la palabra ya no significa,

y no significa nada más que la antigua idea de la esperanza.


porque ya, la noción del presente es indistinta, 

porque nadie espera nada del hoy más que levantarse con la sábana enrollada a la cintura, con los pies mordiendo el techo, 
    y una mirada que no es vista por nadie. 

 el espejo botiquín, abierto en tres partes, me rechaza sistemáticamente en cada una.


verse por detrás es conocer la parte más vulnerable que poseemos.


así como me desnudo en los desiertos de mis sueños, lagunas de mi memoria

     también anoto en mi piel aquellos que mas me han marcado, aquellos que han desecho alguna parte de mi espíritu.

entonces hoy no espero nada,


solo escupo la amargura que cultivo durante días, semanas a veces 

 y la escupo en sobre las fisuras de la vereda, sedimentando las calles de odio, de ansias y de tristeza.

los pasos siguen un mismo ritmo, 

  cada vez van marcándose más y más las huellas de mis días
 cada vez son mas profundas, 
     el camino se hace más sinuoso, más difícil de continuar.

 a veces incluso las sábanas me atan todo el día, me desentiendo de lo que pasa por afuera de mi ventana.


mi cintura dolida, amordazada

 y la parte inferior de mi espalda que llora de años y años de mala postura que me despierta por las noches.
entonces
¿por qué sigo si mis propias partes me rechazan?
  ¿por qué sigo si cada vez soy más sensible en mis sentidos a aquello que sienten los demás?

¿por qué sigo?


bueno pues, porque no hay otra cosa que hacer

 aún porque nadie me ha propuesto nada mejor

porque aún sigo despertando, ya sea de día o de noche, 

  la constancia se traduce en abrir los ojos en contra de tu voluntad. 

 también porque quizás algún día pueda encontrarle un sentido a todo esto y diga: "ah, en retrospectiva la tristeza que me solía envolver ahora es algo cálido, algo de lo que pude aprender para resignarme a una fatalidad, paradójicamente, no tan fatalista como la idea de artista atormentado y postmoderno que sostenía hace algún tiempo"

porque quizás algún día aprenda 

    y eso es lo que más atesoro aún.
  
es como preguntarnos
 ¿por qué hacer lo que hacemos? 
¿por qué no resignarse ante la falta de todo? aquella carencia anunciada.

supongo cada quien tiene una visión, 

  supongo cada quien puede levantarse, quizás abrazado entre sábanas, con los pies acariciando otros dedos que no resguardan al invierno entre sus venas
  y portando una mirada que todos quieren atravesar de manera gentil

 doy por sentado la existencia de una situación de esa índole.


cada quien guarda sus formas,

   cada quien atesora el dolor, 
      hacia adentro o hacia afuera. 

 pero den por sentado también, que nadie se salva de la podredumbre,

   nadie puede pasar una vida sin ver marchitarse los pétalos más bellos de sus flores favoritas.

nadie puede tomar la palabra esperando evocar algo del pasado

 y forzarla, forzarla, forzarla para que de alguna manera, ese algo suponga un cambio

 como decirnos, repetirnos:

 "no voy a estar triste aquel día hace tres años, no voy a llorar en la bañera, no voy a ver por la ventana y ver la noche y sentir que me avasalla y me traga, para encontrarme en el suelo sin recordar nada de lo que pasó"

 es en vano buscarse en lo que nos antecede, para tratar de sanarnos en retrospectiva, descuidando el cuerpo que dejamos expuesto al sol, con los párpados rotos, las pestañas perdiendo su filo,       

     y esto no es ni una advertencia, ni una promesa de que todo va a estar mejor, porque lo más probable es que todo empeore antes de mejorar,   esto quizás es, tocar fondo y empezar a quedarse sin oxígeno.    

 quizás algún día veremos la superficie.

como quizás también, algún día aprendamos a escribir
 a mar-car el rit-mo de las dolencias, 


a separar en sílabas el dolor que punza desde nuestros hematomas auto-infligidos

porque así como mis dedos son prisioneros de la furia,

   también recapacitan 
   también re-elaboran y se esfuerzan por ser mejores

 y así como trato de hibridar los mundos en los que habito

    hay algo que me tira, que me arrastra, siempre a lo más profundo 
         sumido en la lejanía de ambos espacios  
   (nota al pie: resurge en mi la idea de los no-lugares, ¿que mejor que transitar sin saberse habitando?   / / /      las impresiones de la falta de sensibilidad.   el abandono de lo pasajero)
      
  y así como me falta el aire,  también respiro vendavales de miseria
      los árboles desnudos se caen ante mi sola presencia  y mi sombra arde con el cielo 

 y mis tobillos heridos de ramas
    con la sangre de los nidos que jamás fueron hogar 
saben rendirse de pena, de dolor.
  ya la idea de la redención es estacionaria, 
las cicatrices saben ser para siempre, 
y  las incisiones son hechas con los bisturíes mas oxidados 

corazón abierto, si

pero ¿a qué?

la luz dilata doscientos mil treinta y ocho pupilas al mismo tiempo.


un extraño clava en mi pie una estaca para marcar las dimensiones de un campo abandonado,

  
 los dientes muerden los pedazos de tela mas finos 
   los colmillos se entierran en los adentros de las encías   
     
 y la lengua, pronta a ser decapitada, atestigua mil crímenes sin victimario.

en las manos recae la culpa 

en nosotros, 
  nuestra historia.

las articulaciones cuelgan como hilos, 

               nuestros porta retratos están a punto de cubrirse totalmente de polvo y despojarnos de nuestros días más felices.
los nervios duelen al chasquearse entre si,
               los tumultos de tierra del patio trasero descubren los cadáveres de nuestras mascotas de la infancia.
los dedos tratan de imprimir esta dolencia en algo que pueda ser significativo para alguien más

               la radio sintoniza sola el anuncio del velatorio de nuestro abuelo. 

y a pesar de no querer reiterarme, de no querer decir siempre las mismas cosas
saber: es en vano buscarse en lo que nos antecede

                    
el futuro no es prometedor y el presente supone, no más que una idealización de lo que ya fue,

(sinopsis: la segmentación de lo que uno quiere decir

y no puede
en tres actos indistintos.)

hoy no es un día meritorio de ser recordado.
       por eso, en nosotros recae hacer del mañana lo que querramos de el


si total ¿de que sirve recordar?

¡ja!

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