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mi rebelión personal es nunca comenzar por donde se me propone.
presionar cada tecla pesa lo mismo que empujar un martillo industrial a mano limpia
las palabras son esquivas cuando se está fuera de temporada,
casi como los balnearios.
ahora, no me refiero a esquivo en cuanto a la disponibilidad de los mismos,
sino en la eficacia de su goce.
hoy mismo estamos en la intersección invierno/primavera
ejemplificando: hoy es un día gris, hace frío, por ende, estoy vestido con pantalón largo y un buzo que me voy poniendo o sacando según demanden mis impulsos nerviosos para regular mi temperatura corporal.
la mayoría de la gente está en sus casas, hay quienes quizás están de vacaciones al otro lado del mundo, donde aún es verano (casi otoño), pero donde siguen habiendo días de calor, por lo que el sol sale
por lo que los balnearios, en ese caso, bien serían viables como opción para disfrutar unos días de tranquilidad.
si ahora mismo pusiese mis pies descalzos sobre agua que no esté previamente calentada como la de la ducha que me di hace unas horas, esos pies estarían entumecidos por el frío
y pecando de espectacularizar la idea de realizar actividades reservadas para cierta época del año a través de un pacto tácito y colectivo (como comer vitel toné, por ejemplo, nunca lo entendí, es una tradición, sí, pero que no supone un impedimento) esa agua fría (imagino) que entumecería mis pies, estaría estancada
¿por qué? porque cuestiono la idea de que haya personal pagado todo el año para hacer mantenimiento de un lugar al que nadie lo habita.
y también estaría sucia.
¿por qué? un poco siguiendo la misma lógica que el razonamiento de arriba, pero más que nada porque ayuda a la imagen mental que confeccioné yo mismo sobre la desolación.
después de esta seguidilla de palabras tengo los huesos de las manos pulverizados.
la mente se mantiene vibrando a la frecuencia de un tubo fluorescente, monótona e imperturbable.
pero aun hay
hambre dentro mío.
siento que quiero escribir sobre criaturas míticas contemporáneas e idear una suerte de epopeya del siglo XXI en donde quienes lean devoren frutos extintos para explotar aún mas el negocio de las añoranzas de un pasado por el cual creemos haber sentido cosas que hoy ya no sentimos, algo así como la demostración de muestras gratis de nostalgias elaboradas, empaquetadas y vendidas a través una gran estrategia de venta basada en pruebas y errores, elaborada por un gran humano que es una máquina meticulosamente elaborada a partir de miles de millones de engranajes de carne y hueso.
pienso,
ver mi lámpara desde abajo hace que parezca un huevo frito. línea 62 columna 81.
el trazo que antecede cada letra titila como un estómago que agita sus paredes tratando de atrapar mas comida para ser disuelta.
hay palabras que significan lo mismo, pero que crean una coyuntura temporal a partir de cual época pertenecen, o más bien, dejando de lado la pertenencia como verdad absoluta, en que punto del espacio-tiempo las ubicamos como mas propias basándonos en las conductas de lenguaje de cada uno de esos puntos,
por ejemplo: quitar algo malo, deshacernos de lo nocivo, eliminar aquello que no se quiere tener.
a modo personal: pienso que purgar como término, es más propio de una edad antigua, medieval. como también creo que depurar, puede referirse a tiempos más contemporáneos, aun obviando la etimología de lo puro a la cual, personalmente, asocio a una concepción divina propia del catolicismo.
obviamente que estas dos palabras convergen en una misma definición, pero es en el imaginario que creé detrás de ellas a partir de un consumo de contenido irremediable y ya a este punto, irrefrenable, que se crean las asociaciones por las cuales yo y cada una de las personas de este planeta, contemplan y comprenden el mundo.
la purga es la caza de brujas, es deshacernos de los débiles en tiempos famélicos o de los enfermos en época de plaga
la depuración es limpiar programas de errores para que el usuario tenga una experiencia satisfactoria y continúe usando nuestros productos, obviamente elaborados por aquel gran humano que continúa siendo una máquina meticulosamente elaborada a partir de miles de millones de engranajes de carne y hueso.
ahora bien,
los hombros realizan un ejercicio cíclico para que merme el dolor punzante de los omóplatos, propios de una mala postura que es una constante y una sesión de sueño de unas escasas dos horas y media la cual me encantaría decir es inconsecuente a mis hábitos, pero que afirmar eso constituiría una mentira.
¿qué se sentirá vivir dentro de la caja de una guitarra?
por alguna razón creo que se trata de uno de mis sueños olvidados por la fugacidad de la focalización de la niñez.
siempre contemplé los lugares no-habitados como manifestaciones de un paraíso liminal, pero no contemplando la idea de paraíso bajo los cánones cristianos, tomando esas concepciones, sería mas bien un purgatorio: un lugar en el medio de la nada, donde no pasa nada.
también me llaman la atención las reacciones del cuerpo como punto de partida para alteraciones de la percepción: el estado febril como fenómeno de una poética histérica e incapaz.
una habitación a oscuras puede volverse un hangar frío y abandonado donde los conscriptos guardan raciones y que en este momento está oficiando de hospital ambulatorio para un único soldado herido, tapado con un paño húmedo que intenta inútilmente regular una temperatura corporal que comienza a derretir los vasos sanguíneos más cercanos a la punta de los dedos.
quizás todo sería más fácil dentro de la caja de una guitarra.
con las cuerdas roídas por los callos de unos dedos hábiles, pero autoexigentes. con las clavijas marcadas por el paso del tiempo como peldaños de mármol pisados por una seguidilla de civilizaciones cayendo como piezas de dominó. en la caja de una guitarra en la cual reverbera un acorde disonante como muestrario de un arte aún no explorado que deja ambos oídos dañados e incapacitados a la par, con el objetivo de no tener preferencias.
la imposibilidad de mantenerse de pie, pero la fuerte convicción de balbucear incoherencias que no suponen, a primera instancia, una comunicación eficaz. el cuerpo desorientado no exige una gestión de daños, pues no está al tanto del daño latente que guardan sus alrededores.
debo estar en el punto exacto del desvanecimiento.
tanto mi rostro, como aquellos ajenos, van mimetizándose en un paredón de televisores diminutos que reproducen veinticuatro/siete un circuito cerrado que se presenta como un panóptico desollado y exhibido para su venta libre e indiscriminada.
no hay prospecto en este caso, la intimidad se ve rodeada por un espacio público y colectivo que es amorfo y avanza tragándose todo lo que llegue a las comisuras de sus miles de bocas. la rendición como la última estrategia bélica del milenio por excelencia.
de repente todo el mundo está en mi habitación, a la vez que yo estoy en la habitación de todo el mundo.
la base de operaciones de un sentir que ya no es instintivo, ni visceral, sino que ha sido categorizado, recopilado, estudiado, re-categorizado y comprimido a una serie de cables y componentes donde llevo a cabo la irresponsable tarea de tipear este texto sin ningún tipo de reparo. como mencionado anteriormente, y ahora ejemplificando, también es donde me comunico, me entretengo, me entristezco, donde a veces me reprimo y a veces sobre-extiendo mis sentimientos ante un anonimato indiferente.
los feudos digitales continúan siendo loteados a cada segundo. ¿puede proclamarse como propio un lugar en la virtualidad? la tierra es finita (si cavamos unos pocos metros podríamos alcanzar el núcleo) lo demás, pareciera ser ajeno.
somos huéspedes de un hotel transitorio operado por nuestras faltas, nuestras penas y nuestros temores.
la traición de habernos fallado mutuamente es la carga que cada vez aplasta más nuestra columna y hace, al menos en lo personal, que tenga que realizar ejercicios cíclicos para que el dolor de los omóplatos pueda dejarme almorzar frente a una pantalla en blanco a la que voy pintando de negro con palabras, palabras, palabras y palabras.
lo que cazamos nos acecha.
el pasado es el futuro mercantil donde se yuxtaponen (en mi caso) lo analógico de mis dedos pulverizados y lo digital de una pared infinita sobre la cual imprimo frustraciones, siempre en el marco de una rabia controlada.
los neuro-erotismos propios de la época, el cuerpo encriptado y abonado para un consumo tanto lascivo, como masivo. los manifiestos son el eco de las voces de quienes se paran arriba de un cajón de verduras en una plaza vacía.
¿qué es este dolor tan familiar, pero que a la vez se siente tan ajeno?
¿cualés son las instrucciones a seguir ahora que estamos a medio camino?
¿cómo amedrentar a los fantasmas que sientan las bases del presente?
¿quién replicará mis recuerdos una vez que ya no esté?
¿dónde está la tierra prometida?
tengo mis manos llenas de grasa por operar una maquinaria para la cual no tuve preparación alguna.
las palabras aún continúan siendo esquivas,
el sol ha salido a medias, pero sigue haciendo frío
mi alienación personal es terminar siempre por donde se supone.