martes, 18 de enero de 2022

los santos desahuciados viven entre escombros bajo el cielo hueco

sentí que las alas -dos bolsas de nylon-
no podían
superponerse
sin entorpecer
el vuelo.

la aerodinámica,
esa forma artística
tan compleja de dominar//

quise robar
las sillas de jazmín,
esas que se erizaban por el miedo,

no sin antes anteponerme
a la pérdida.

no sin antes traducir
mi respiración
en un grito.

el té se rebela
ante la quietud
por la tracción
de los músculos y tendones
que se ocultan dentro de la porcelana.

el corazón bajo la mesa
sopla jadeos
que son socorros
que endulzan
mis pies
descalzos.

el paseo
es mímica
del sueño
en pretérito.

la fantasía es violencia, hoy.

la lluvia,
¡mirala!
es de sangre, hoy.

mañana
vendrán
las heridas
después del malón

y el llanto de los caballos
adentrándose en el valle,

donde
no hay árboles
que devuelvan
el consuelo.

¿qué es lo que estoy persiguiendo, sino es la noche?  

la guarnición,
el voto de silencio
los cuerpos tocándose
sin quererlo
pero
necesitándolo.

esperar ese
impulso
nervioso
decir
no quiero
estar más acá.
esperar es
hundir
despedazar
con las uñas y la mandíbula
el presente
y dejar
el cuerpo viendo al noreste
esperando futuras invasiones
que terminen por arrasar con todo.


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