miércoles, 30 de marzo de 2022

pellizcando los codos de los gigantes

fue la reverencia cuesta abajo,
fue el contrafuego.
el corazón
de cromo
apropiándose de la forma de mis manos.

fue el calor,
la medallita de mercurio.
la piel descubriendo
corales de cerámica
fermentada
donde
la sangre era horizonte.

fueron las melodías
que nacían del aire entre los huesos
los sueños
que enmarcamos.

fue superficial la herida
fue verdadero el dolor.

fue consecuencia la rabia,
extinción el llanto.
la imagen mutó en hábito,
la pedagogía
de los duelos ambulatorios.

ya dejamos de lado
la ovación.

aun continuamos observando
la órbita de
la falla.

aun deseamos
todo aquello
que nos parece inalcanzable.

sábado, 19 de marzo de 2022

interferencias confirmando el acceso denegado

gracias por involucrarte en la situación. tu presencia
provocó cierto movimiento
en los estratos. a partir de ahora, no dibujaré líneas
en el cielo
cuando pierda el eje de las cosas. recto, fijo, un trazo
en seco hacia adelante sobre
el que respiro. 

quisiera decirte
al anteponer mis manos a la eternidad
no me sentí gigante, no me sentí más que coronado
de campanas nublando el sentido de la orientación
pretérito es oeste
futuro mecánico del sudeste
mañana es de fuego;

no podría verter mi gratitud en un cancionero
hacer de tu vida leyenda 

siento no sería suficiente.

cuando volví, no estabas. llevaba
la boca
cubierta de arena
y al abrirla, una avalancha de palabras cifradas
cayeron. 

estoy donde puedo y esa certeza me alcanza.
para el perro, soy un desvío ocular pasajero.
para el mar, una figura sobre la que reflejar
su inmensidad.
para mí, un pixel roto, sin latidos. 

recuerdo
no me diste tu rostro
no te regalé mi tacto

quisiera presentarte una ofrenda,
darte lo delicado de la violencia que es
guardarse un incendio forestal en el bolsillo
para que te despierte en plena madrugada
donde todo esta muerto

para que cuando vuelvas
pueda estar ahí

y vestir la boca
con los perdigones
que son rocas

y decirte lo que aun no pude.


escrito con Palabra Hueca

cantos del ala de emergentología

las puertas se abren sin que nos demos cuenta
ni de donde proviene el viento
ni si existe tal abertura. no
mires para atrás. 

las paredes imponen su blancura
en la habitación
del enfermo. 

una toalla secando la sudoración a 38°.
una venda alrededor del tórax.
el silencio
son los cinco minutos
en que los enfermeros salen a la vereda
a tirar humo y paciencia. 

mis manos
son regalos de dios,
mi abdomen instrumento divino

solo canto por la noche
por costumbre

y es el hábito el lamento
que ahuyenta
el mensaje de los cuelloblancos.

el hábito es entrega
la entrega es lamento.

lamento el no saber
de por qué di tanto
y no obtuve nada a cambio.

ahora el sonido de sus risas atraviesan
mis bolsillos agujereados. el martilleo
de pensar de más
construye en un cuadrilátero
un alambrado que me deja a la vista del resto. 

vivo,
exageradamente vivo. 



escrito con Palabra Hueca

la mancha de vino en el puño de nuestro invitado

quiero que quede nada
salvo los restos 

algo como
el nervio pelado
llevando el hueso a cuestas

una ornamenta
marfil
cadavérica
iluminando
decenas de peluquines
de señores bonachones
bien vestidos
y educados.

la plenitud es cosa del pasado. piso
lo que siento y de eso
lo que puedo lo rescato. 

un ave negra vuela sobre la calvicie
de una ciudad vacía. torres
de aluminio
como clavos en la faz de la tierra. 

lo que siento
lo rescato, después lo olvido

quiero el éxodo
sea furia. 

quiero la ruina,
quemar los huéspedes.

que de mis brazos
broten rostros como infecciones

y que ellos sean quienes abracen
aquello de lo que no puedo deshacerme.

quiero
que la distracción sea precisa
para que nadie vea hacia atrás,
donde
las hormigas mueren por el vierteaguas.



escrito con Palabra Hueca

miércoles, 2 de marzo de 2022

la nobleza con el que guardamos nuestro pesar

I

la hiedra decapitada
es lluvia sobre manos
que esquivan
el contacto.

hasta la sequía,
en donde el terreno agrietado
se desploma ante nuestros ojos,
es sinónimo
de infierno.

II

las luces se abren como bocas inmensas
en el medio de la ruta.

entre destellos
se proyectan
las venas diminutas de la cara interna de mis ojos
como un mapa hidrográfico
donde se advierten los peligros
de mantener las luces altas por más tiempo del debido.

III

rehúso de confabular leyendas
que confeccionen el primer temor

es
decir,
no ser
el origen
de los agujeros
que socavan manos
con el fin de esconderse
de una noche que no termina nunca.

IV

urgente:
toda actualidad muerta
cubierta de huesos.
la atmósfera es grano en negativo,
ahí, donde es pesado el aire
que recorre el contorno
de los hombros
cargando
legiones
de pulmones de hierro

V

extraño
el paseo matutino de los jueves
en los dos metros cuadrados de césped
de la estación de servicio
al costado de la ruta.

extraño
la forma en la que todo era antes
y nada es ahora.

VI

la radio acelerada
es deidad en rubros metalúrgicos.

la ferocidad del dial
ablanda las miradas impenetrables
de quienes portan máscaras de soldar.

año nuevo
llueve sobre fiat uno,
mientras una familia come su vianda en un sucucho acá a la vuelta.
en dónde se posan sus miradas entretanto,
continúa siendo
un misterio

VII

los ríos verticales,
¿desembocarán en el cielo?

los extraños
velan por días
que ya han sido.

escupitajos
son mimos en la cabeza
de la reina de las ratas.

dentro de este ecosistema
tengo un rol,
tengo una virtud que es mía
y de nadie mas

y aún más importante
tengo un propósito,

debo tener un propósito.

solo que,
aún peor que no saber cual
es saber que ese tal está equivocado.

pero sé que soy algo
sé que soy alguien,

debo ser alguien.

solo que,
aún peor que no saber quién,
es saber que ese alguien está incompleto.