I
el segundo
tras el contacto,
la abolladura en las perlas.
una fisura nace
de lo más profundo
mientras
la lengua
vive.
II
shibari de alta tensión,
la piel
busca
algo que arda
como el fuego residual
de una refinería de petróleo.
III
desfilan
pavos reales
por uno de los pasillos de agua negra
al fondo del cajón de las verduras.
las plumas de hongos
liberan esporas
entre
los bailes
de apareamiento.
IV
retengo
luces familiares
a pesar de las bajas de tensión.
la ruta es puente de espectros.
la rotonda,
convergencia
de los corazones.
V
ah si, la sangre
de nuevo, la presión bajando por la herida
el calor, la prisa
la presa
lame los colmillos
que coronan nervios
que no muestran
señal alguna
de arrepentimiento.
VI
no dejo de proyectarme en pérdida,
no veo razón
para no escabullirme
entre los incendios
y quemarme
la punta de los dedos
con la baba que hierve
en las bocas
de los sacrificios.
VII
¿tendría que abrazar lo neutro?
rechazar la velocidad
de lo dual
solo porque
yo soy el que es lento.
VIII
querido muerto,
eras el único vivo en el paraíso.
fuiste promesa
cuando todo lo primitivo
dormía.
pero ahora no sé como llamarte de nuevo,
¿cuál nombre es el tuyo?
¿respondes a algo, acaso?
querido muerto,
eras el único que reía de nosotros.
solo
atesoro de vos
caricias eléctricas
que vuelven a mi
de tanto en tanto,
ya quisiera yo, de nuevo sean
de tacto en tacto,
pero el grito
solo estampilla el eco: devolver al remitente.
IX
donde están
los causantes de fechorías,
los que removían el barro buscando el corazón
que se escondía bajo tierra,
los que eran gigantes helénicos o miniaturas chinescas según
en donde se reflejara el sol
donde están
los que se escondían bajo la mesa
para no escuchar las historias
que atraían a la muerte.
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