miércoles, 21 de septiembre de 2022

bajo los acoples del aceleracionismo

el corazón informático late lejos
muy lejos 

teclas, teclas, teclas: los ojos aberrantes
de un niño oculto en su conversación insomne.
palabras caen en el zig-zag distractivo
de una interfaz luminosa. 

digo luces,
explotan
mi pupila es comida de microbios
quiero mi brazo alcanzar
lejos está
de nuevo
que vuelva
y me abrace otra vez.

un repiqueteo lento
beso despacio
mis venas que son cables
leo recto
miro fijo
huelo la fragancia que descansa
en el oído seco de la maquinaria. 

mi cuerpo magenta
brilla, todo lo demás ¿qué importa?
el acople huele a óxido
un brazo plástico
pide enardecido
que le entreguen su orden
mientras el aceite acalla las voces de los transeúntes
y el eco de una mente motriz espera, otra vez, nuevamente,
espera.  

¿adoro? no.
adoramos esas ramificaciones eléctricas
¿quisieran ellas venir?
un poco, algo
no tanto, ¿no?
¿220? ¿si?
la frecuencia no está bien, digo
es algo monótona, ¿no?
algo más
que venga algo más!

dame, dame, un tiro de ese cobre,
si la necesidad es ley, quiero
tocar el fin de este deseo. 

algo que venga
algo que surja
algo que acrecente el ritmo.



escrito con palabrahueca

sábado, 17 de septiembre de 2022

caminaría donde haya una canción que me sostenga

el tiempo es indefenso ante el vendaval de pensamientos.
no hay idioma que sobreviva al confundido, los años
pasan, las raíces crecen, el fruto carga siempre
con el mismo sabor amargo. 

bajo mis uñas la tierra fermentada burbujea
empujando el hueso un poco más allá.
las manos sucias
no sienten la mordida de un perro
que ignora los llamados de su jauría.

muchas palabras para una sola cosa instauran el error.
es imposible rescatar
un paisaje constante en todo esto
y de eso depende que el volúmetro
de mi estado anímico sea o no sea defectuoso.

áspera bruma
pulula en mis manos la
destrucción de lo que yo más quiero
¿quién sos vos para detenerme?
¿quién sos vos para decirme lo que tengo que hacer?

si no sabes
si yo quiero me vuelvo cuervo
y robo todos esos rastros para dártelos.
si supieras que los rostros que guardo
nunca fueron realmente míos
no dirías nada. 


escrito con palabrahueca

martes, 13 de septiembre de 2022

el laberinto oculto de los ciempiés

una silueta roja
surca el corazón de un bosque
monocromático
esperando que la luz de una cabaña
se prenda, que el humo se haga nube
y que la madera escupa aire
sobre una piel
tan delicada
que lo haga
sentirse
áspero.

sus manos refugian un aliento tibio,
a la vez que sus dientes son chisperos
de un verbo impronunciable

y es desde ese mismo lugar acanalado que él sabe llamar boca
que descubre que su voz sigue intacta,
pero que bordeando su estómago
se extiende un incendio forestal
que arrasa con todo
hasta hervirle
las yemas de los dedos
que ahora apuntan a su pecho,
diluyendo la nieve amarga que cae de las ramas
que ceden ante el peso de la noche.

es ahora que la silueta se pregunta
si esta es la forma verdadera de traer la lluvia de vuelta a casa,

si esta es la forma verdadera de limpiarse el óxido del cuerpo
porque sabe que la delicadeza por la que espera es imaginaria,
pero no así la aspereza que entorpece sus movimientos,
no así el humo que se vuelve nube
producto del fuego que va quemando dentro suyo
y que empuja hacia afuera una voz que reclama potestad sobre el dolor
y hace nacer una luz que se expande como venas diminutas
sobre el corazón de un bosque teñido de rojo.

martes, 6 de septiembre de 2022

el debilitamiento irreversible de las alas significa la elección prematura de un lugar donde morir

quiero ver la luz ondulando
a través de un abanico de tela abandonado al sol,
con los hilos derrumbándose como sogas de cera transparente
articulando un laberinto que confunda ráfagas de aire manufacturadas.

casi deseo poder atrapar como en una telaraña a un viento y llamarlo mío
para poder hacerlo añicos contra el suelo
y hacer nacer así, un huracán desde el corazón de mi casa
que se lleve puesto a todo el barrio.

casi que puedo agarrar un peñasco de destrucción,
adornarlo de raíces muertas
y hacer crecer un órgano abiogénico que vaya por debajo de todo.

casi que anhelo surcar los desagües como torrentes sanguíneos,
oficiar de nutriente y cumplir de nueve-a-cinco
una automatización en la que no guardo consciencia.

me aterra la posibilidad de la falta de una gran narrativa que englobe todas y cada una de nuestras acciones
es decir, que las re-signifique, más allá de nuestro propio impulso.

elijo, entonces, aferrarme a la seguridad que me proveen las micro-mitologías cuidadosamente curadas por mi mano,
aun a pesar de rehusarme a escuchar a los ángeles cardiovasculares -cosmovisiones de bolsillo-
que habitan dentro mío.

¿qué puede nacer de la descomposición de un lamento?

¿qué son estos grumos de porcelana cayendo de los rostros de mis santos?

¿qué significa una vela desintegrándose sobre mi pecho?

siento mecerme por obra de una mano ajena,
por entremedio de mi cuerpo se cuela de a poco la luz de mediodía.