martes, 6 de septiembre de 2022

el debilitamiento irreversible de las alas significa la elección prematura de un lugar donde morir

quiero ver la luz ondulando
a través de un abanico de tela abandonado al sol,
con los hilos derrumbándose como sogas de cera transparente
articulando un laberinto que confunda ráfagas de aire manufacturadas.

casi deseo poder atrapar como en una telaraña a un viento y llamarlo mío
para poder hacerlo añicos contra el suelo
y hacer nacer así, un huracán desde el corazón de mi casa
que se lleve puesto a todo el barrio.

casi que puedo agarrar un peñasco de destrucción,
adornarlo de raíces muertas
y hacer crecer un órgano abiogénico que vaya por debajo de todo.

casi que anhelo surcar los desagües como torrentes sanguíneos,
oficiar de nutriente y cumplir de nueve-a-cinco
una automatización en la que no guardo consciencia.

me aterra la posibilidad de la falta de una gran narrativa que englobe todas y cada una de nuestras acciones
es decir, que las re-signifique, más allá de nuestro propio impulso.

elijo, entonces, aferrarme a la seguridad que me proveen las micro-mitologías cuidadosamente curadas por mi mano,
aun a pesar de rehusarme a escuchar a los ángeles cardiovasculares -cosmovisiones de bolsillo-
que habitan dentro mío.

¿qué puede nacer de la descomposición de un lamento?

¿qué son estos grumos de porcelana cayendo de los rostros de mis santos?

¿qué significa una vela desintegrándose sobre mi pecho?

siento mecerme por obra de una mano ajena,
por entremedio de mi cuerpo se cuela de a poco la luz de mediodía.

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