íntima gala,
memoria para uno
artefactos detrás de escena
adiestran fuegos diminutos
que con cautela
dan forma
a la vigilia.
la luz es inquietud perversa, inmediata
el humo acróbata compone el resto de la escena
hasta derramarse sobre la tensión de mis hombros.
las sombras corrompen un cielo impoluto,
las mímicas, hijas malditas,
conforman la ilusión.
un beso, entonces, es la imitación de un beso
un abrazo, la imitación de un abrazo
un diálogo, la reconstrucción de un diálogo
pero la pena no es copia
y prolifera ramificada en fábulas primitivas que existen bajo mis propios términos.
la invención del calor es difusa,
a pesar de que mi piel parece no guardar recuerdo alguno.
la invención de la noche duró hasta que abrí los ojos.
la invención de la palabra vino por primera vez de la necesidad.
la invención del dolor es cíclica
como si mis muñecas se encadenasen a un águila que busca refugio dentro mío
y fuese yo prometeo, el águila y el fuego, al mismo tiempo.
no sé
cuanto más
seguir esperando
para poder ver el final
tengo miedo
de que los cuidadores
me saquen de la sala antes de tiempo
y que todo se deshaga entre mis manos
y que del recuerdo evaporado
reste solo la arena
que cala hondo,
mientras
los pies
se queman
aproximándose al centro.
sueño
atravesar mi cuerpo
con otro cuerpo que no sea el mío
y saber el daño irreversible de adornarse en espinas
con los cortes moviendo sus labios por la congregación de sangre
sueño
con esos mensajes
y con poder descifrarlos
y ver que vuelve a mi aquello que me dije
y que prometí no olvidar.
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