me oía tanto
que sentía arder mi voz, ensordeciéndome.
y lloraba y lloraba, hasta escuchar el mar naciendo de
las cuencas de mis tendones
era mi resonancia
la primera pérdida de sensibilidad.
mi coronación: el ser llamado humano por primera vez
y el llanto
como un aullido donde se resguarda todo aquello que no puede ser gritado.
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