jueves, 27 de octubre de 2016

no quiero criar helechos que nazcan marchitos

de mi 
¿que parte desprendo para quebrarme?

arrinconado, me reflejo en el óxido de una rendija


tantas ganas de irme bajo ella tengo,

pero no,

no quepo.

(ni mi cuerpo tampoco)

¿que queda por nacer en mi?


me nombra lo incompleto

(eco)

me devoran las replicaciones del aire sobre mis huesos

erosiono
(desaparezco)

mi aspereza violenta la atmósfera,

como también a su propio tacto

(me corono de espinas en los ojos tratando de no ver)


una lengua amordazada castiga a su silencio

¿será mi libertad, entonces, desperdicio?

me aprehendo.

(y me sangra la boca)

el color en mi se diluye

y no duro tanto

(ay, es que mi reflejo es tan, pero tan pálido)

que me asusta

sé que en mis pasados me he rehusado a oficiar de razón, pero

imperdonable es preguntar por quien nunca vino
-ni quiso hacerlo-

sostenerse así

es rigor mortis con las manos ejerciendo de poleas 
levantando cargamiento industrial.

cercenándote cada vez un poco más.


entonces ¿que queda por nacer en mi?


(la ironía es mi deseo por traducir
 el desconocimiento en algo que pueda entender)


y mis dudas:

¿adjetivarán su sombra las personas?

yo lo hago: 
carente, plana (proyecto en mi)


yo


plano,

carente, 
vacío. 

-debajo mío-


¿que hay debajo mío?

¿que hay debajo mío?

un cielo cayéndose sobre inocencias,

peldaños de kilómetros de altura y pies microscópicos

insuficiencia.

(tal vez, no sé, jamás exploré tanto)
      
ay, pero por cruzar la planicie que en mi se desenvuelve

y me nombra, y me llama 

y me rompe y me rehace y me vuelve a nombrar
y que identifica 

(porque soy)


haría tanto

tanto
pero tanto

que haría nacer algo en mi

a pesar de no saber que,

tal vez un nuevo corazón

(o mi miedo)


y me iría

donde mi sombra, sinónimo de mi vacío
no me siga,


ni mi cuerpo la proyecte y no me nombre, ni me llame

ni me rompa.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario