lunes, 21 de noviembre de 2016

mi cerebro es un cenicero donde solo se apagan cigarrillos baratos

tantas veces 
te vi

lejos de
todo.

¿a que te aferras acaso
entregándote a una desmantelación?

¿es tu brazo quien me aniquila la mandíbula
de un golpe tan preciso que 

me confina a un silencio forzoso,
incómodo
y sombrío?

exiliándome en aquel 

deshuesadero 
donde habito,

donde me llamo con el nombre que siempre me quise dar
y nadie me dejo.

pero nada tan lejano a la libertad
tan solo placebo, ¡ja!

es mi voyeurismo la idea de la completa destrucción del todo,

sería la última de las bellezas
románticas ¿no cierto?.

mi estado material: incierto 

-corrección-
mi estado material: en desuso 

inmóvil, cual cacharro
cicatriza en mi el óxido de mi piel, falta de tersura

-confinado, lo dije ya-

toda lengua ajena a la mía

ejerce mecanismos musculares de
complejidad inexacta,

pero de severo tono (al menos a priori)

oración coral que es inentendible, 
pero simula ser un saludo

entonces ¿quién es realmente el que habla?

si las sombras no responden a los trazos de mis heridas,
como mis heridas no responden a la luz del sol

y el sol no habla conmigo hace tanto
y mi boca desangrándose no puede gesticular un cariño hacia nadie

y es todo silencio

(y no se si hay alguien además realmente)

como 
tantas veces
me vi

lejos 
de todo.

de todos.

¿es complaciente confeccionar alguna fantasía urbana para resguardar mi soledad?
¿es complaciente idealizarse a la idea de ser mas que todos y menos que nadie?

no sé, 
de un hachazo atravieso un umbral
que no me lleva a ningún lado 

solo, inmóvil, mudo, seco
con mi boca hecha una lengua con siete dientes incrustados en mis nervios

sin destino, y sin guía que me haga soltar las garras
para volverme la carroña que agarre la carne podrida que dejé
o por el cuello, ahorque a algún roedor pequeño

e indefenso

como yo.

si, complaciente

¡ja!

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