camino por un pasillo angosto donde solo yo quepo
-ataúdes sedientos de mi-
mi lecho es el frío que arde en las tundras
donde nadie me cobija.
mi voz murmurándose en mis adentros
me sentencia a muerte
antes de dormir.
¿quién quisiese acostarse conmigo
pudriéndome?
pero despierto, desvistiendo mi infancia
incompleta.
ese espacio en blanco: mi nombre o mi rostro, no sé.
solo se que se está solo, que estoy
sin nadie.
la palabra dice siempre memoria,
la espalda se arquea
cargando el peso
de mi ayer.
¿mañana qué, entonces?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario