lunes, 20 de marzo de 2017

el espantapájaros

ay, si tan solo tuviese huecos
en vez de ojos

todo sería mas simple.

la gente se enternece con la carencia

y a pesar de que su empatía
esté fundada en un egoísmo

hay algo en ese trato preferencial
que me encandila

imagino a los niños que,

en la inocencia de su bondad,
o en la bondad de su inocencia 

-no es relevante- 

podrían guiar mi paso al cruzar una avenida.

albergaría a esas pobres cucarachas que el frío abandona

cumpliendo así con ese anhelo paternal
que mis órganos me impiden conseguir.

podría regurgitarles basura
como ave  

y dejar así de comer solo todas las noches.

podría usar las cuencas vacías como copas

embriagando a cualquier alma en pena 
que me cruzase en mi camino.

podría cobrar por ello, pienso.

ser una copa humana podría ser aquella vocación que busco desde la adolescencia y que ningún colegio o universidad me pudo hacer hallar.

la idea de tener lenguas abultadas de licor barato merodeando en cada rincón de mi ceguera 

haciéndome cosquillas, 

me cautiva.

y si no me los sacase
-me imagino acobardarme a mitad de camino, como siempre hago-

podría vender mis ojos oscilantes por su cordón de nervio

como juguete a algún oficinista 
despavorido por el abrumante tedio de la rutina.

¿pero como seguir viéndome al espejo? - me pregunto mientras río.

ya no existiría el mirar-miradas 

y la incomodidad que lleva consigo el entrelazar visiones en recintos públicos

que son la ofrenda de la desesperanza 
al capitalismo más pútrido.

tampoco así,

el entrever situaciones por accidente, 
que jamás se tendrían que haber visto.

eso. 
no vería cosas que jamás tendría que haber visto.

sin ojos, 
no hubiese visto el rostro de mi infancia destruido 
al verme masturbándome en un baño público 

pensando en como se ve quién está a mi lado

no me hubiese visto con el rostro de vómito de alguna noche que no recuerdo.

no hubiese visto a mi vida irse por una de las rendijas de la más míseras de las cloacas.

no vería,
una bolsa de basura de unos noventa kilos
entrando a un baúl de un auto 

con ayuda de cuatro manos llenas de anillos, 
que a decir verdad 

me parecen de mal gusto.

no me vería a mi mismo en esa bolsa.

es decir (y enumero)

no mas estar arrodillado en un pasaje oscuro -llámese hogar- 

donde me revientan la mandíbula a patadas, 
me cosen las entrañas con una daga que se funde en mi intestino grueso, 

donde me llueven de orina, 
me escupen

y hacen collares con mis maxilares 
que regalan a un manojo de gatos hambrientos, 

solo como instrumento de tortura.

no vería el sin razón de eso. 

ni el sadismo irracional 
que generó la casualidad de estar sin hogar 

con la rabia, furia, o clase de diversión bizarra 
de sombras sin rostro,

aquellas que hicieron nacer mi cadáver.

tal vez si no tuviese nariz todo también estaría un poco mejor.

no olería mi locación actual, 

que a juzgar por el hedor, 
puede ser mi rincón de pared donde quebraba mi columna de miseria,

o el más concurrido de los basurales.

aunque ahora, 
descompuesto, 
si puedo alimentar cucarachas. 

paternidad post-mortem.

y quién sabe

si me fermento lo suficiente, 
podría llegar a ser una cantimplora humana llena de vino picado. 

mis venas, sorbetes.

aunque ya nadie me pagaría por eso.

martes, 14 de marzo de 2017

las maderas de pisos de hoteles baratos duelen como féretros

el aire mece una persiana rota, caída
madera hinchada,
podrida

que idiota, ignora que no hay luz dentro
ni afuera.

la correa es la corbata del techo

y las cinco mil revoluciones por minuto del motor de la heladera
se disfrazan de signos vitales

y cortan una leche pasada, de paso.

un corazón de vaca dentro del inodoro,
ofrenda al amor romántico,

ceniza mezclada con sangre seca
carmín de unos labios

que tiraron todos sus besos a la basura.

una biblia marcada con los pasajes mas conocidos
la esperanza cliché,

a su lado, el everest de botellas de whisky vacías
la pena cliché, también,

total
el orden de los factores no altera el producto,

miseria o haz de luz
es lo mismo

si la persiana está rota, caída
y es madera hinchada,
podrida

y es de noche tanto adentro
como afuera.

las maderas de pisos de hoteles baratos absorben la sangre como cocaina

peco de comensal en una cena de hambre

los platos sucios de sangre
albergan como migas los huesos astillados

que nutren al tabique enfermo
de quien 

llora cuando amanece.

¿en que ritual incendiarán su infancia de nuevo?

ahogándose con un cinturón
en un hotel gobernado por cucarachas

llora,

se remuerde,

se olvida
y recuerda

los días sin paredes,
sin el ruido del televisor de fondo

sin los soles de neón

y sin las costillas creciendo de costado
cual tumores arqueados

que lo encierran.

infranqueable yace bajo la pequeña cruz de madera
que adorna la habitación,

se cancela el movimiento.

un plato vacío
comienza a huir de la mesa,

una cucaracha patea la puerta intentando cobrar el día.

peco de testigo en un crimen sin víctima

la alfombra absorbe las venas
los ácaros se ahogan

ahora la alcoba queda desnuda
y desnudos cuelgan sus parpados;

no es premonición
ni realidad alternativa;

es el descaro del presente,

es ese plato vacío 
que ya ha huido de la mesa.

escrito entre un vaivén de ideas con Bruno

lunes, 13 de marzo de 2017

las maderas de pisos de hoteles baratos crujen como terremotos

auto-retrato

cianotipo de mi arquitectura
escupida de humedad.

azul, azul,
tanto quisiera cielo

un nombre
 un cariño

o tener hombros para mantener mi cabeza erguida

y no hundida
entre tanto llanto
y sábana arrugada y colchón húmedo.

(quiero decir/digo/me gustaría que)
ya no me llames

me gustaría decir que ya no respondo a nada.

auto-compadecerse

en ese espejo 
no sé verme.

azul, azul
tanto quisiera suelo

poder obedecer
trasgredir

u ofrecer mi corazón al musgo petrificado
de una piedra ya extinta.

abrazar a quien tiene frío

incendiar la piel

la mía,
la ajena 

para no suscitar temor alguno
cuando aquel frío que cierra súbitamente mis venas al vacío,

hace caer mis labios
y me triza los ojos

me termine por partir el alma.

ahora,
roto, me digo

¿soy siquiera eco
de la barahúnda que me rodea?

nadie parece verme

¿mi rostro habrá sido mutilado por la espera?
¿será mi hueco en el pecho, ahora madriguera de ratas?

que crudo es el invierno.

mi carne es roble podrido
y no sé aferrarme

y no sé aferrarme
y no sé aferrarme

y todo el mundo ya me ha soltado
y quizás he perdido todo este tiempo buscando algo
o alguien 
o lo que fuera.

me gustaría poder decir que ya no respondo a nada

me gustaría  poder decir que ya no me llames
y que ya no respondo a nada

me gustaría poder aferrarme
a la idea

de que puedo aferrarme a algo
o a alguien
o a lo que fuera.

me gustaría saber verme en un espejo
y no siempre ver mi cuerpo de espaldas

ahogado en un suelo plagado de furia

me gustaría saber verme en el cielo
o en un suelo que no sea nocivo

y saber aferrarme

me gustaría saber aferrarme a un nombre
y a un cariño

y tener mi cabeza erguida

y alzar mi voz

diciendo que ya no me llames
que ya no respondo a nada

y que nada me remuerda, ni me carcoma,
ni me parta

ni me mate poco a poco,
después de eso.

jueves, 9 de marzo de 2017

no, no hay que decir tanto

la luz migra
           invadiendo.

carroña es sinónimo de refugio

sea pulmón
intestino, 
           o  costilla;

propagación
a través de paredes de carne

seca

es decir,
     la garganta
     se endurece

el fuego
tala la meca de la memoria

y el cuello mutilado
              de hambre

olvida


que 
la nostalgia

que lo condena a un campo de lirios
petrificado,

ruge desde lo más hondo

digo,
     eco
     que envuelve a mis hijos,

ese ropaje efímero

sea
     piel
sea
     harapo

               o cielo. 

lunes, 6 de marzo de 2017

luz cenital y nueve cervezas

ahí, 
la mano se rendía ante la herida

dame un dolor, 
tatuame la piel,

 dibujame mandalas 

total después quedan convertidas 
en telarañas.

y ya no pude ver mas al verte ahí,

mi sombra sorprendida por su propia oscuridad 
se vio sin opciones restantes

ah, ¿y que tanto duele? ¿eh?

cuando la tormenta mato el cielo: solo tierra mojada.

la incertidumbre 
y la espera eterna

¿para que? cambio... pero no se.

algo,
si, algo que incendia ¿pero que? 


¿y a que?

caigo en un remanso de flores negras 
que ni las espinas provocan sentimiento alguno.

y la rueda continua su trayecto sin fin.

los escombros ocultan basura 
que los exploradores forman tesoros.



cadáver exquisito realizado con Felix y Rosario

réquiem

mi cuerpo 
se encuentra tendido

sobre un espacio muerto

donde
no distingo 

rostro alguno
que me llore.

y me río
y me lloro

el aire huele a carne descompuesta,

me da náuseas.
me desgarra el rostro.

digo que me voy,

que me voy 
como el recuerdo de una infancia 

que me voy como un instante
que me voy como quien no quiere irse

como alguien que cae
que llora

sin necesariamente caer o llorar.

me río, 
me sigo riendo

lloro pedidos de auxilio

los oigo,
los ignoro.

y digo que me voy

que me voy 
como alguien que quiere irse hace tanto

pero no tiene el valor.

ay, y el aire
es un matadero.

no sé si soy sangre seca de res
o pasto regurgitado

o tierra infértil.

soy inmóvil
soy atadura al vacío de mi alcoba

y el espacio es quien es un cadáver

yo solo me río
me lloro

 me oigo 
me ignoro 

me vuelvo a decir
tantas, pero tantas cosas

y digo que me voy,
que me voy
que me voy 

y siempre me quedo.

y mi rostro ya se encuentra desfigurado

y mi gesto es un insulto
a la belleza

y mis máculas son viscosas como mi interior

y sigo atado 
como si de hoguera se tratase

porque me incendio,
me deshago,

pero nunca hiervo y se hace eterna la espera

que si me voy
que si me quedo

que si no añoro girasoles
cortando mis dedos

o estrellas pulverizando mi sombra en la noche

o ser empujado por el viento
y tener miedo de no poder ver de nuevo a nadie

por haber sido soplado lejos,
muy lejos.

a eso le temo.

tengo miedo de no haber sido suficiente
de no haber amado tanto
o querido

o haberme preocupado

o no haber dicho
o haber dicho demasiado

tengo miedo de no irme
de no quedarme

le temo a mi sueños, a lo que veo, a lo que toco
a estar con gente

y a estar solo.

y es por que temo tanto
que digo que me voy a ir,

que me voy a ir

como quien se encuentra tendido con la mirada clavada en el techo
pensando
tanto

en que si es algo

es nulidad
es cero
es vacío
falta,
carencia

y que no sabe mas que lo que saben sus incertidumbres
su inseguridad
su angustia

su falta de confianza

y que sabe que no puede hacer nada
sin estar seguro

y que sabe que no esta seguro

y por eso 

no se va
ni se queda mas que como se encuentra

tendido,
esclavo de un espacio muerto.

jueves, 2 de marzo de 2017

lo que más me gustaría ser ahora sería alguien que no tenga miedo

el aire

lastima 
si no puedo tocarlo.

no sé, entonces,
si mis manos se alejan del principio

o yo me alejo de quién me acaricia
o me muerde
            o me deja solo, no más.

¿que es lo que alimenta la rabia que hay dentro mío?

o que al menos, yo llamo rabia
por no tener otro nombre con que concebir

a lo que no conozco.

(¡ja! la indiferencia)

hambre, necesidad
es lo mismo por la superficie, cuanto menos.

el vacío que resguarda mis costillas amarillentas,
casi pulverizadas,

podría hacerme 

tumbar 
ocho pisos de un solo grito

y que cada uno de ellos
me caiga encima

(definir: demolición planeada)

definir: urbanismo 

zona de plagas, digo

donde mi jardín,
 aquel que nunca estuvo

es ahora
(y como siempre) donde desahucio la poca vida

que siento que me queda.

ahí, 
cual stand by,

cual ruido blanco en la televisión de cualquier persona

que este llorando
o amando

o solamente oyendo la estática,
mientras observa la apariencia de esas larvas de la nada

que pululean, 
intentando carcomer el vidrio del aparato

con el afán de descomponer
el cuerpo de quién oficia de espectador.

¿qué inútil, no?

como aquel afán mío de des/componer/me

pero a ver:

soy arrecife de cólera
soy un pulmón
un corazón

y no estoy seguro si noche
o cama distendida

o el último cigarrillo de un muerto.

soy manos (si)
con el aire doliendo

esperando que alguien
 respire de mi mano

una caricia. 

pero a ver, de nuevo:

¿que inútil, no?